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En Qué Año Llegaron A Buenos Aires Los Restos Mortales Del General San Martín?

En Qué Año Llegaron A Buenos Aires Los Restos Mortales Del General San Martín
Fallecido el general José de San Martín el 17 de agosto de 1850, a los tres días sus restos llegan a la iglesia de San Nicolás, en Boulogne-sur-Mer. Después de las oraciones fúnebres se los conduce a la catedral en cuya cripta quedan depositados hasta el año 1861.

La prensa de Francia expresó en su momento: “Ha muerto uno de los más grandes ciudadanos que haya producido la revolución de la América del Sur. Nadie ha sido más valiente y hábil sobre el campo de batalla; más prudente y capaz en los consejos; ninguna vida política ofrece el ejemplo de una abnegación más completa y de un patriotismo más puro y modesto”.

El 21 de noviembre de 1861, se trasladan los restos del Libertador a la bóveda de la familia Balcarce, en el cementerio de Brunoy, los que reposarán en ese sitio hasta 1880. En agosto de 1864, se sanciona la ley por la que autorízase al Poder Ejecutivo para hacer los gastos que demande la traslación, a la República, de los restos del benemérito brigadier general José de San Martín.

  1. El legislador Martín Ruiz Moreno había cerrado su fundamentación en la Cámara de Diputados de la Nación diciendo: “El general San Martín fue quien conquistó nuestra independencia, el que dio vida como nación a la república, de manera que nadie con más derecho que la República Argentina para guardar sus restos: poseer su corazón, no es bastante”;

El 5 de abril de 1877, aniversario de Maipú, el presidente Nicolás Avellaneda insta al pueblo a repatriar los restos del Libertador: “Las cenizas del primero de los argentinos, según el juicio universal, no deben permanecer por más tiempo fuera de la patria [.

Los pueblos que olvidan sus tradiciones, pierden la conciencia de sus destinos, y los que se apoyan sobre tumbas gloriosas, son los que mejor preparan el porvenir. ” El pueblo argentino respondió generosamente y mediante colectas populares y fondos nacionales se construyó su mausoleo en la catedral.

En abril de 1880, el transporte naval “Villarino” hace su viaje inaugural al puerto de El Havre. El día 21, Mariano Balcarce entrega los restos del general San Martín al capitán del buque para su embarque y traslado a la República Argentina. El día 28 de mayo de 1880, el “Villarino” llega al puerto de Buenos Aires.

  1. En solemne cortejo y sobre una carroza fúnebre construída a similitud de la que llevó el ataúd de Wellington en 1852, los restos del Libertador fueron trasladados a Plaza San Martín, frente a su monumento ecuestre;

Allí, el presidente Nicolás Avellaneda, el expresidente Domingo Faustino Sarmiento y el embajador de la República del Perú en Argentina doctor Evaristo Gómez Sánchez pronuncian calurosos discursos, que transcribimos a continuación. Hace veinte años a que la ciudad de Buenos Aires me honró con el encargo de expresar sus sentimientos de bienvenida hacia los restos del ilustre ciudadano que presidió a los destinos de la República, D.

Bernardino Rivadavia. Hoy me cabe igual privilegio al recibir las cenizas del Capitán General D. José de San Martín, que aseguró la Independencia de estas nuevas Repúblicas, y nos dio el rango de Nación, en los hechos, ya que por derecho lo teníamos desde la Declaración de nuestra Independencia en 1816.

San Martín no es una gloria nuestra solamente. R einvindícarla como propia cuatro Repúblicas americanas, si bien sus restos mortales pertenecen al país que lo vio nacer, no obstante su acción y la influencia de su alma se extendiesen sobre la mitad de este Continente, como la fama de sus gloriosos hechos trascendió luego por toda la redondez del mundo, y su nombre llena una de las más bellas páginas de la historia moderna, cual es la aparición de los pueblos civilizados que poblaron el nuevo mundo descubierto por Colón.

Washington, Bolívar y San Martín son, por cierto, dignos heraldos para anunciar a la tierra, que en un teatro cuyo escenario se extiende de polo a polo, se presentarían en adelante actores que no sospechó la antigüedad y cuyos progresos los modernos empiezan a mirar con asombro, aun en aquellas adquisiciones comunes a nuestra época.

Después de un largo ostracismo vuelven hoy estos gloriosos despojos a reposar en nuestro seno, y serán depositados en el altar de la patria, santificado por la presencia del más ilustre de sus Mártires, el perseguido de veinte años, el rehabilitado de otros tantos, el que hoy, reconoce la historia humana Gran Capitán, y la América del Sur su Libertador, como su patria la más brillante joya de su corona.

La versión popular y la explicación sencilla de tan grande eclipse y anonadamiento, es la moral de la tragedia, un castigo ejemplar de los Dioses o del Destino, según lo requerían las reglas del arte. San Martín era debidamente castigado, y su nombre, al parecer, quedó por sus faltas suprimido de la historia humana.

Otra era la verdad, que era necesario ocultar a los ojos del enemigo, mientras duraba la gigantesca contienda, y que por largos años después, poco interesó conocer, desde que la obra estaba consumada. Habíase ignorado que un mundo más grande que el Asia y la Europa se interponía entre el extremo Oriente de entonces y el extremo Occidente conocido.

  • Colón, Américo y Caboto, Cortés, Pizarro y Almagro, descubriéronle y trajeron en sus naves o arrastraron tras sí al mundo antiguo a poblar el nuevo;
  • Tres siglos más tarde, la más joven porción de la especie humana cubría ese mundo nuevo, bosquejando imperios entre altísimas montañas o llanuras y pampas inconmensurables, diseñando ciudades o emporios a orillas de ríos como mares, y revolviendo el oro y las producciones que sirvieron dos siglos para prolongar la existencia a monarquías desahuciadas, como la de los Borbones en España, o a echar las bases de la dominación marítima de la Inglaterra;

Washington aparece como el Josué de aquel pueblo cuyo éxodo habían encabezado los Santos Peregrinos, y a quienes ponía en posesión de la tierra prometida a la libertad y al progreso humano, anunciando al mundo la existencia de los Estados Unidos de Norteamérica.

Quedaba el Sur de aquella América, removiéndose como se conmueven y surgen los continentes del fondo del mar, cuando las convulsiones internas arrojan una montaña a su superficie. El gran acontecimiento moderno, era la emancipación de las Colonias.

Sentíase que la civilización, siguiendo su marcha constante, daba un nuevo paso hacia el Occidente. Nuestros padres se agitaban confusamente, desde el antiguo Imperio Mejicano hasta las márgenes del Plata; pero lucha tan grande sobre teatro tan inmenso, requería héroes de la talla de Washington.

Se presentaron dos, San Martín y Bolívar, acaudillando pueblos de los extremos opuestos de continente tan vasto, pues que, salvo el estrépito de las victorias, discurrían años ignorándose en un extremo lo que pasaba en el otro.

Quince años estuvieron dos mundos, la Europa y el ya emancipado Norte de la América, contemplando aquel esgrimir de armas que se llamó la guerra de la Independencia, aquella sucesión de victorias, derrotas, escaramuzas y encuentros, que desde el Orinoco al Plata y todo a lo largo de los Andes, por millares de leguas, venían desgajando uno en pos de otro los florones de que se adornaba la corona de España; hasta estrechar sus fuerzas bajo el Ecuador, en el Imperio antiguo de los Incas y entonces, el Virreinato más poderoso.

Los grandes políticos, los guerreros que acababan de envainar las espadas de Waterloo, los patriotas y los hombres libres de la tierra, vieron llegar el momento supremo del último golpe combinado por los dos grandes Capitanes que llenaban hacía diez años la vasta y doble escena.

Vióseles entrar en una tienda donde debieron pesar los destinos de esta América y trazarle su porvenir, y vióse a uno de ellos, el General San Martín, el que de paso por Chacabuco y Maipo, iba de las Pampas, atravesando los Andes y costeando el Pacífico, salir de aquella conferencia y dirigir luego la proa de alguna nave en busca del destierro, enviando este supremo adiós a la Gloria, a la América, pues ya no tenía patria: “Yo he proclamado la Independencia de Chile y del Perú… He cesado de ser un hombre público…” Muchos años el silencio se hizo en torno del héroe que daba la batalla de Guayaquil, como Pringles el combate de Chancay, para honor del vencido.

Bolívar terminó la lucha, anunció con su nombre solo la emancipación del Continente del Sur de la América, permaneció en el teatro de los sucesos, recogió los vítores y los elogios de los pueblos, empezó poco a poco a declinar su grandeza, y murió; en tentativas pequeñas para fin tan grande, cual era conservar un alto puesto en la historia.

Bolívar no fue Washington. Sabéis, señores, que fui el primer confidente a quien comunicó San Martín en 1847, lo ocurrido en la memorable entrevista de Guayaquil. La simplicidad del relato abonó su exactitud; la majestad de la voz y del semblante del anciano narrador, le imprimían el carácter de un hecho histórico, sin las correcciones y embellecimientos posteriores.

No estaban ambos Capitanes para ocuparse de las formas de gobierno futuro, en presencia de un enemigo todavía formidable; porque si la monarquía española se eclipsaba, el valor de los conquistadores, nuestros padres, no había perdido sus quilates en las huestes castellanas.

Hablaron de fuerzas de disponibilidad, y de la incapacidad de cada uno de batir al enemigo separadamente. San Martín, el más débil por el número, aunque sus veteranos pudiesen llamarse la Guardia Imperial de la Independencia, ofrecía sincera, caballerosa y oportunamente ponerse a las órdenes de Bolívar, que evadió explicarse.

  1. Era San Martín alto de talla, mientras que Bolívar era de talla mediana; y acaso la única venganza que tomó San Martín contra aquel sublime egoísmo, fue añadir con desdén al describir la escena: “Estábamos sentados ambos en un sofá;

Mirándolo yo de arriba abajo, pues nunca obtuve que me mirase de frente, pude contemplar el esfuerzo visible para encubrir con subterfugios, escapatorias y sofismas, el plan de apoderarse del mando, aprovechando de las inteligencias que mantenía en el ejército.

” La carta que le dirigió después completa la exposición de los hechos. Tal fue la entrevista de Guayaquil, y nosotros estamos aquí reunidos para recibir las cenizas del que salió de aquella tienda, muerto para la acción.

¿Qué faltó a San Martín para terminar él la tarea gloriosa que Washington llevó a cabo en el otro hemisferio? ¡Ah! Señores, faltóle gobierno en su país, que continuase proveyendo de soldados y de recursos a los combatientes. El año veinte es célebre en nuestros fastos consulares; y, durante este año y los subsiguientes, se emprendía la conquista del Perú, se daban las batallas de Torata y Moquegua, fatales a nuestras armas.

  • Sírvanos este hecho de lección;
  • Aníbal pudo resistir en el seno de la Italia quince años, como San Martín en el seno de la América, y poner a un dedo de su pérdida a Roma el uno, a la dominación española el otro; puede vivir un ejército de la guerra misma, pero el cuerpo se debilita con el alimento extraño, y el espíritu nacional degenera con la admisión de mercenarios y vencidos en sus filas;

Acabaron por ser los condottieri, habiendo cesado nuestros ejércitos de ser argentinos; y aun lo asegurado de nuestro territorio al norte, fue por nuestras rencillas internas a servir de gloria al nombre de Bolívar, que de él formó Bolivia. En una de esas largas pláticas sobre el pasado con que me honró en Grandbourg, parecía exclamar como Augusto: “¡Varrus! ¡Varrus! ¡devuélveme mis legiones!”.

“La sublevación del número Uno de los Andes en San Juan, decía con el acento del dolor, hizo fracasar la expedición del Perú, débil ya desde su origen. ” Y debía sentirlo así, porque el General Paz decía que por falta de cuatrocientos hombres de línea, no le fue dado constituir la República en 1831.

¡Cuántos ejemplos de grandes empresas argentinas, iniciadas por el talento del hombre de Estado, ejecutadas por el genio de nuestros guerreros, han servido de gloria final a otros, por ese desorden interno y nuestra falta hasta hoy de gobierno sólido! ¡Ituzaingó es nuestro Maipo y nuestro Suipacha! CONCIUDADANOS: Ha sido un gran pensamiento el que con el centenario de San Martín, indujo a nuestro Gobierno a reclamar las cenizas del ilustre Héroe de la Independencia, que como las de Colón yacían en tierra extraña.

A cada paso que damos adelante, siéntese la necesidad de volver los ojos hacia atrás, para no olvidar el punto de partida, o para reparar las faltas y omisiones que la rapidez de la marcha o la fatalidad de los hechos dejaron en pos.

¿Cómo vienen a reunirse con diferencia de días, el aniversario de Mayo, el recuerdo de los más grandes nombres de nuestro país, del que asegura la Independencia por las armas, y del que la hace fecunda, echando los cimientos de nuestras libres instituciones y de nuestra unión nacional? Estos dos nombres reunidos en el designio de su rehabilitación por actos visibles, ya que en los espíritus estaba de años atrás consumada, recuerdan, sin embargo, una de las más tristes peripecias de las grandes revoluciones, y es la prisa que se dan los pueblos, todavía inexpertos en el difícil arte de gobernarse a sí mismos, por obtener resultados inmediatos, forzando a la naturaleza y rompiendo a cada instante el instrumento de que se servían para introducir otro nuevo, que seguramente dará los mismos resultados.

  • Rivadavia, que mostraba la mayor preparación para organizar un gobierno, fue interrumpido en los comienzos de su obra; fue su gobierno un programa sin ejecución, a que sucedieron treinta años de descomposición, guerra, atraso y desastres, sin que a él, pobre desterrado en lejanos países, le cupiese la fortuna de presentir la proximidad del día que había de suceder a aquella larga noche polar de nuestra historia;

Más largo ha sido el ostracismo de San Martín, aunque siendo más vasto el campo de su acción, menos de cerca nos toquen los últimos acontecimientos que lo separaron del mando de los ejércitos de la Independencia, y aunque fuese común a toda esta parte de América la responsabilidad.

Hasta 1840, no se había levantado una voz en defensa y rehabilitación del nombre de San Martín. Su extrañamiento, lo que se llamó su abdicación, fue seguido de los clamores de triunfo de sus adversarios, clamores que se extinguieron en el espacio, porque no fueron contradichos; y el silencio se hizo durante veinte años, como si en efecto, la acción de San Martín hubiese sido un mero accidente en la historia de la Independencia.

¿Cuáles eran los errores, las incapacidades, los crímenes de San Martín? Todos los que el mal éxito de una batalla acumulan sobre el General vencido. Todas las consejas que las crónicas han popularizado y revisten forma nueva para adaptarse a cada nuevo personaje.

La verdad es que recién por ese entonces, 1820, empezaba a surgir en los ánimos la idea de la posibilidad de la República en esta América. San Martín, como Rivadavia, como Belgrano, proponía diversas dinastías para fundar en 1816 un gobierno monárquico, pues que la única república ensayada en Europa había desaparecido, deshonrada por sus propios excesos a principios del siglo; y la Federación de colonias inglesas al otro extremo de América, era un hecho reputado tan sui generis, que a nadie le ocurría trasplantar la semilla.

Preocupación es esta última, que ha durado en Europa hasta la guerra de secesión, en que por la gigantesca lucha, pudieron medir la robustez orgánica del cuerpo social que así sostenía su preservación. Cuando cundió en esta América la idea de la posibilidad de la República, los que antes pensaron en la monarquía, fueron declarados traidores a una Patria que no existía todavía.

  1. Bolívar dio las batallas finales de la Independencia, y durante algunos años, Bolívar tuvo infinitamente razón, contra su desfavorecido émulo San Martín, la razón del éxito final, que seduce y satisface;

La principal razón contemporánea para condenar a los grandes hombres, es que la condenación de las grandes figuras absuelve y agranda las pequeñas. La rehabilitación del hombre histórico de San Martín, fue lenta, larga, y como si de suyo se hiciera en la conciencia humana, sin argumentos, sin panegíricos, sin controversia.

  1. En Chile, por ejemplo, el almanaque olvidaba la batalla de Chacabuco, por la dificultad de averiguar quién la había ganado;
  2. Creían unos historiadores que los patriotas;
  3. Para otros, eran los independientes, y no faltó ensayo que la atribuyera al General O’Higgins, con los auxiliares de este lado;

Los celos, la envidia, los ajamientos inevitables de la guerra, habían tenido ya viente años para saciarse, hincando la uña y el diente en aquella gran finura; pero aquellas pasiones hacen para purificar la historia, lo que los insectos para estorbar la infección de la atmósfera.

  1. El humus que cubre la superficie del suelo, los abonos que fecundan la tierra, son la obra de siglos de destrucciones anteriores;
  2. En 1840 ya estaba sin duda devorado, triturado, pulverizado por las harpías todo lo que de terreno, de deleznable, de humano, tenía el nombre de San Martín;

Su figura reaparecía en los ánimos, realzada por su significado silencio, pues ni una queja, ni un descargo, habíase escapado de su pluma ni de sus labios. Viviendo obscuramente en Grandbourg (Francia), parecía pertenecer ya a la historia antigua, sin que su suerte fuese la de Temístocles, o la de Aníbal, huyendo de un partido, o de caer en manos del enemigo.

  • Con ocasión del aniversario de la batalla de Chacabuco, un escritor novel, a guisa de ensayo de fuerzas, hubo de resucitar con encomio el nombre de tan famoso Capitán, pues por tal era tenido de un cabo al otro del mundo;

Y sin apurar el ingenio en su loor, y con sólo recordar el grande hecho, despertó en todos los corazones el sentimiento de la justicia que se venía haciendo y carecía sólo de forma y expresión. El primer acto del próximo Congreso fue restablecer en la lista militar de Chile al Capitán General don José de San Martín.

El gobierno del Perú siguió el mismo movimiento de reparación y desagravio; y pasando del desagravio a la aclamación, la estatua ecuestre que se alza hoy en la Cañada de Santiago a las faldas occidentales de los Andes, fue el primer canto de ese himno que el bronce ha repetido en el Retiro, señalando a Chacabuco y Maipo desde la portada del Cuartel donde enseñó el arte de vencer a su regimiento de Granaderos a Caballo.

La repatriación de sus cenizas es complemento de aquel largo y penoso trabajo que se opera en la mente de los pueblos; para dar al César lo que es del César, a San Martín su lugar en la historia de las naciones, disputado largo tiempo por los contemporáneos, hasta que disipado el polvo del combate, y cuando los ruidos de lo que se destruye han cesado, puede tomarse razón de lo que ha quedado de durable, de bello, de bueno y de grande, la Independencia de varias naciones, obtenida sin imponerse el vencedor en cambio de la dominación destruida.

A nosotros argentinos, nos ha dejado el General San Martín en su memoria un don especial. En nuestras líneas de batalla, si un día hemos de tener que tenderlas contra el extranjero, el nombre y la gloria de San Martín estarán en los labios y en el corazón de nuestros soldados.

Es un legado precioso para una nación el nombre de un Gran Capitán. Federico II ha creado como soldado y no como político la Prusia moderna; y se ha necesitado de la demencia cesárea que atacó a los Bonapartes, para que la Francia perdiese la majestad que le legó el primer Napoleón.

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Nosotros los presentes, vosotros ciudadanos, reunidos en torno de esta Urna cineraria, tenéis una gran parte en este acto. Nuestros padres han seguido a merced de los primeros impulsos de la libertad, y sin la experiencia o las instituciones que limitan y dirigen las acciones, todos los senderos que se ofrecían y parecían conducir al fin deseado.

Han derrochado la fortuna, prodigado la sangre por ser independientes y libres, y en materia de hombres, de reputaciones, de servicios, el despilfarro ha sido inmenso. Si vamos a recorrer nuestra historia, necesitamos ir a escarbar los camposantos del extranjero en busca de los restos de nuestros grandes hombres, porque los más esclarecidos fueron expulsados y desaprobados, y lo que es peor, sin darles el tiempo de mostrarse a sí mismos y completar la obra comenzada.

  • ¿Qué decir contra San Martín, la América de su tiempo, si se le hacía abandonar la obra? ¿Qué de Rivadavia nosotros, si no se le dejaba poner en práctica su sistema? Vosotros y nosotros, pertenecemos a una época mejor;

No hay, por más que parezca, tanta prisa por ir adelante. Harto hemos avanzado desde que vamos despacio. Hemos avanzado más que todos los otros Estados americanos, con sólo haber dejado sucederse de seis en seis años, tres administraciones más o menos defectuosas, más o menos justificadas, pero todas y cada una señalando un gran progreso en población, riqueza e inteligencia.

Vosotros y nosotros, pues, hacemos hoy un acto de reparación de aquellas pasadas injusticias, devolviendo al General don José de San Martín el lugar prominente que le corresponde en nuestros monumentos conmemorativos.

Podremos respirar libremente, como quien se descarga un gran peso, cuando hayamos depositado en el sarcófago, que servirá de altar de la Patria, los restos del Gran Capitán, a cuya gloria sólo faltaba esta rehabilitación de su propia patria y esta hospitalidad calurosa que recibe de sus compatriotas.

  1. CONCIUDADANOS : A nombre de la presente generación, recibimos estas cenizas del hombre ilustre, como expiación que la historia nos impone de los errores de la que nos precedió; en el teatro y en la agitada escena estamos hoy nosotros, con las mismas pasiones, sin la misma inexperiencia por atenuación;

Que otra generación que en pos de nosotros venga, no se reúna un día en este mismo muelle, a recibir los restos de los profetas, de los salvadores que nos fueron preparados por el Genio de la Patria, y habremos enviado al ostracismo, al destierro, al desaliento y a la desesperación.

¿Cuando llegaron los restos de San Martín a Buenos Aires?

Proyecto El Senado y Cámara de Diputados. Artículo 1º. – Dispóngase el traslado de los restos del General José de San Martín de la Catedral Metropolitana al Cementerio de la Recoleta de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Artículo 2º. – El Poder Ejecutivo Nacional llamará a concurso público y abierto a artistas nacionales para el diseño y la construcción del Mausoleo que guardará los restos en el citado Cementerio.

  • Artículo 3º;
  • – Dicho Mausoleo será emplazado con frente a la entrada principal del Cementerio, ubicándose en las cercanías de la tumba de Remedios Escalada de San Martín;
  • Artículo 4º;
  • – El traslado dispuesto en el artículo 1º se hará efectivo el 9 de julio de 2010, en el marco de los actos que se celebren en conmemoración al Bicentenario de la Revolución de Mayo;

Artículo 5º. – Los gastos que demande la ejecución de la presente ley, se imputarán a las partidas presupuestarias correspondientes. Artículo 6º. – Comuníquese, etc. FUNDAMENTOS Proyecto Señor presidente: Desde 1880, los restos del general José Francisco de San Martín y Matorras, descansan en la Capilla Nuestra Señora de la Paz, ubicada en la Catedral de la Ciudad de Buenos Aires.

El mismo se encuentra custodiado permanentemente por dos granaderos. Pero su emplazamiento es parte de una larga historia. El Libertador falleció el 17 de agosto de 1850, en Boulogne Sur Mer, Francia, país al que llegó después de un auto exilio decidido en 1824.

Aproximadamente 20 años después, el 3 de enero de 1844, en París redacta su tercer testamento. El punto 4º del mismo dice textualmente: “Prohibo el que se me haga ningún género de Funeral, y desde el lugar en que falleciere se me conducirá directamente, al Cementerio sin ningún acompañamiento, pero si desearía, el que mi Corazón fuese depositado en el de Buenos Ayres”.

En 1877, el presidente Nicolás Avellaneda creó la “Comisión Central de Repatriación de los Restos del general San Martín”. El cuerpo llegó a la Argentina el 28 de mayo de 1880. A pocos días no más y como símbolo contrario a lo soñado por el Libertador se desencadenaron los luctuosos combates de Las Barracas y Puente Alsina, por la federalización de Buenos Aires.

La “Comisión Central de Repatriación de los Restos del General San Martín”, además de su misión específica, debía llevar a cabo la elección del proyecto de mausoleo y del recinto en que se construiría. A comienzos de 1877 han ya pasado dos años de la muerte de Mercedes San Martín de Balcarce el Presidente Nicolás Avellaneda estima que, sobre la base de lo que ya viene haciendo la Municipalidad porteña, el momento es propicio para hacer un llamado al pueblo.

Lo formula el 5 de abril, día en que se cumple un nuevo aniversario de la batalla de Maipú, y convoca a todos “para reunirse en asociaciones patrióticas, recoger fondos y promover la traslación de los restos mortales de don José de San Martín para encerrarlo dentro de un monumento nacional, bajo las bóvedas de la Catedral de Buenos Aires”.

Seis días después, el 11, Avellaneda firma el decreto de creación de la Comisión encargada de restituir a la Patria los restos del Libertador. La comisión designada se constituye el 24 de abril. La integran inicialmente el vicepresidente de la Nación, don Mariano Acosta, que será su Presidente; el Presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, don Salvador María del Carril; el Presidente de la Municipalidad de Buenos Aires, don Enrique Perisena,; el general Julio de Vedia; don Antonio Malaver; el secretario del Senado, don Carlos Saravia, y el secretario de la Suprema Corte de justicia de la Provincia de Buenos Aires, don Aurelio Prado y Rojas.

Esta comisión funcionará durante casi cuatro años. Para 1878 se habían presentado seis proyectos: el del Escultor francés Albert Carrier-Belleuse, el del italiano Antonio Tantardini, autor de “La Dolorosa” del Sepulcro del General Quiroga en La Recoleta; los de N.

Burgos, Ernesto Bunge y Camilo Romairone, los tres argentinos; y el de un escultor italiano radicado en Buenos Aires. Analizados los proyectos, se eligió el presentado por Carrier-Belleuse, autor de la figura del General Belgrano ubicada muy cerca, en la Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada.

  • El historiador Jorge Manuel Bedoya dice al respecto: “El mausoleo de San Martín es un claro exponente de los monumentos cívicos con que el Siglo XIX honró a los hombres ilustres;
  • En él se encuentran elementos típicos del academicismo francés de la segunda mitad de esa centuria;

Vemos así la utilización de formas neoclásicas en la composición simple y definida de la obra, en la confección de un sarcófago con reminiscencias de la antigüedad grecorromana y en la personificación de las tres repúblicas y mientras se insinúan aires románticos en el modo como asoma el capote sobre los bordes de la urna, en los intentos por otorgar individualidad a la figura y en el plegado de algunos paños.

  1. ” Tres figuras femeninas que representan a Argentina, Perú y Chile custodian la urna talladas en mármol de Carrara;
  2. El basamento es de mármol rojo de Francia y el resto del monumento está realizado en casi su totalidad en mármol rosado, mientras la lápida está ejecutada en mármol rojo imperial;

Sobre ésta está asentado el sarcófago de color negro belga. Junto al Libertador se hallan las urnas conteniendo los restos de los Generales Juan Gregorio Las Heras y Tomás Guido y los del Soldado Desconocido de la Independencia. La ubicación de los restos del Libertador en la Catedral de Buenos Aires, siempre fueron controvertidos, y se justifico su colocación en la Capilla ubicada sobre el ala norte de la Catedral, arguyendo que en ese lugar funcionaba en los orígenes de la ciudad el camposanto del que disponían todos los templos.

  1. Las decisiones tomadas por los más encumbrados dirigentes de la generación del 80, una vez fallecida la hija del General San Martín, se ubican en el terreno de la utilización de la figura de San Martín y no del cumplimiento de sus deseos tan claramente expresados;

Por esa razón resulta imposible encontrar manifestaciones ciertas respecto de los motivos que impulsaron a los actores políticos de entonces a no cumplir con los deseos de San Martín, al punto que en 1870 se presentó don Manuel Guerrico a la Municipalidad de Buenos Aires para solicitar, en nombre de la familia del general San Martín, un terreno en el cementerio del Norte, o de la Recoleta, para colocar allí los restos del héroe.

La petición se resolvió favorablemente y se acordó también que la Municipalidad construyera a sus expensas un monumento en ese terreno. El monumento no se construyó y en cambio se hizo, sí, un modesto mausoleo, sin embargo, tiempo después el terreno fue cedido a otra persona, situación que quedó sin efecto al reivindicar la corporación municipal sus derechos sobre ese terreno y quedar de su propiedad lo construido en él.

Pasados los años y ya fallecida Mercedes San Martín de Balcarce, el señor Enrique Perisena, integrante de la Comisión Municipal, solicito a ésta que el mencionado mausoleo fuese mejorado y que, se comunicase al Poder Ejecutivo Nacional que se creía llegado el momento para disponer la traslación de los restos.

Finalmente, también se proponía designar una comisión formada por cinco municipales para que se tratara de realizar los trámites previos a esa traslación, comisión a la que también se daba autorización para hacer los gastos necesarios.

Todo fue aprobado por la Comisión Municipal el 4 de febrero de 1871. No pasó mucho tiempo hasta que la comisión de municipales designada por la corporación porteña decidió que sería preferible la Catedral a la Recoleta como destino final para los restos de San Martín, y en consecuencia, el mausoleo proyectado seria erigido en la capilla por entonces dedicada a Nuestra Señora de la Paz.

  1. A partir de ese momento el proceso de repatriación, ubicación y construcción del mausoleo de San Martín quedó en mano de la Comisión Central de Repatriación impulsada por el Presidente Avellaneda, que finalmente decidió que la ubicación fuera la que conocemos en la actualidad;

Evidentemente la decisión tuvo que ver con los consensos de la época. Si bien el proceso fue largo y con participación de figuras importantes de la política y la cultura de ese momento, es evidente que desde una mirada histórica, fue sesgada. En primer lugar por que no se respetó la voluntad del propio general San Martín que deseaba que su corazón descansara en el cementerio de Buenos Aires.

Además porque sin negar la calidad de la escultura y el mausoleo, se termina prácticamente ocultando a un costado de la Catedral metropolitana, en un espacio físico no acorde con la grandeza e importancia que tiene para el conjunto de los argentinos y argentinas, aquel a quien el consenso histórico de nuestro país lo reconoce como el Padre de la Patria.

La construcción de la historia y de los personajes fundantes de una nación no son un relato objetivo, neutro, que escapa a las vicisitudes políticas de dicho país. Más bien son elaboraciones que se realizan en una constante reinterpretación del pasado. En el momento en que se repatrían los restos del Libertador y se decide el emplazamiento del actual mausoleo, una generación política, la del 80, gobernaba de manera hegemónica el país y fijaba un horizonte que seria determinante para el futuro de Argentina.

Se fundaban ciudades y puertos, se abrían rutas, se construían edificios que no tenían nada que envidiarle a los de las principales capitales europeas, se recibían a millones de inmigrantes que venían a nuestras tierras.

Nacía un país increíblemente rico y profundamente injusto que se proyectaba al mundo. Ese país necesitaba la construcción de un relato histórico y ese relato, por supuesto, estuvo influenciado por los conflictos y guerras civiles, que ya concluían pero habían dejado sus cicatrices.

No es casual que según las narraciones y crónicas de la época, haya sido más impresionante la ceremonia de traslado de los restos de Rivadavia a su mausoleo que la del propio San Martín. Muchos no le perdonaron al Libertador de medio continente que no haya usado su sable para derramar sangre de argentinos y que no haya intervenido en la lucha entre unitarios y federales.

Muerto, todavía San Martín despertaba viejos rencores en los sectores conservadores de la época. Sin embargo fue tan potente la luz que irradio su conducta, su coherencia, su obstinada humildad y su rigurosa personalidad que jamás pudo ni podrá ser discutida su primacía en la simpatía, admiración y adhesión del pueblo argentino a su persona.

Las mentes mas lucidas de la generación del 80 necesitaban un Padre de la Patria y el pueblo argentino sin dudarlo lo adoptó como tal. Ese fue el consenso de la época. Pero fue un consenso limitado y de alguna manera diluido por quienes gobernaban en dicho momento histórico.

Hoy es necesario revisar esos consensos y reemplazarlos por nuevos, que son el resultado de una democracia que no existía en la época en que se tomo la decisión del actual mausoleo. Millones de argentinas y argentinos necesitan proyectar un futuro y tomar fuerzas de lo mejor de nuestro pasado pero pensándolo a la luz de un tiempo no elitista.

Ese pasado necesita simbolizarse en nuestro presente con correcciones y una reinterpretación más democrática de nuestra historia. El lugar donde descansan los restos de un personaje histórico, los monumentos, los nombres de plazas y calles conllevan un mensaje, simbolizan jerarquías y preferencias y expresan conflictos políticos que muchas veces son injustos con la persona que se pretende homenajear.

Hay que liberar al Libertador de Argentina, Chile y Perú de ese pasado. San Martín merece que cumplamos su voluntad y merece también que el lugar donde descansen sus restos, sea acorde en su magnitud y visibilidad, al lugar que le hemos dado en nuestros corazones y en el de nuestra patria. Proyecto Giro a comisiones en Diputados

Comisión
LEGISLACION GENERAL (Primera Competencia)
CULTURA
PRESUPUESTO Y HACIENDA

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¿Dónde están sepultados los restos de San Martín?

En Qué Año Llegaron A Buenos Aires Los Restos Mortales Del General San Martín Los restos del Libertador descansan, desde 1880, en la Capilla Nuestra Señora de la Paz, en la Catedral Metropolitana, custodiado permanentemente por dos granaderos Una de las leyendas urbanas que giran en torno José de San Martín es la que se refiere a la posición del féretro dentro del Mausoleo en la Catedral, con diversas variantes: 1) Se colocó inclinado por ser más grande el sarcófago que el espacio destinado para ello porque no se sabía que su cuerpo estaba embalsamado; 2) Se lo colocó cabeza abajo con inclinación de 33 grados por su condición de masón, en dirección al infierno fuera de “terreno consagrado”. Ambas versiones coinciden en que el féretro está ubicado inclinado. ¿Cómo surgió el dato de la posición? ¿qué respeto merece la fuente de información? El análisis de las fuentes El féretro fue colocado en el monumento destinado a tal fin el 27 de agosto de 1880 mientras avanzaba la construcción del Mausoleo y se recibían las últimas piezas de mármol.

En el acta labrada por el Cabildo Eclesiástico ese día nada dice sobre cómo fue colocado : “En Buenos Aires, a los veinte y siete días del mes de agosto del año de mil ochocientos ochenta, presentes en la Santa Iglesia Metropolitana, el Señor Dean del Cabildo Sr.

Patricio Dillon, Exmo. Señor Vicepresidente de la República Dr. Mariano Acosta, presidente de esta Comisión Central de Repatriación de los restos del General San Martín, el Vocal Secretario de la misma Dr. Benigno Ocampo, el señor don Enrique Perisena, miembro de ella; el Director del Departamento de Ingenieros Don Guillermo White y el ingeniero arquitecto nacional encargado de la dirección inmediata de la construcción de la capilla don Enrique Aberg; se procedió a colocar el ataúd que contiene los restos del guerrero de la Independencia: Brigadier General don José de San Martín, en el monumento levantado con este efecto en la Capilla que lleva su nombre, anexa a la mencionada Iglesia Metropolitana”.

En cuanto a la versión que afirma que se desconocía que el cuerpo estaba embalsamado en cuatro ataúdes (2 de madera y 2 de metal) y que por ello sorprendió a los constructores las dimensiones del sarcófago, podemos especular que posiblemente así lo fuera en Buenos Aires, pero no así en Francia donde se construyó el monumento bajo la contratación y supervisión de Mariano Balcarce , yerno del General, quien no hubiera obviado el detalle de informarlo al escultor Carrier Belleuse pues disponía de los restos en la bóveda familiar en el cementerio de Brunoy como para tomar mediciones exactas.

Incluso Ernesto Quesada , que viajó a bordo del Villarino en 1880, describió que “el féretro mide 2 metros de largo por 60 centímetros de anchura máxima”, siendo ” el mismo con que fue enterrado en Boulogne-sur-Mer , y que fue trasladado después a Brunoy.

  1. La familia no quiso poner las cenizas en una urna y se decidió a enviar el féretro mismo, contentándose con forrarlo de nuevo en paño negro con cintas de plata”;
  2. Es posible que los arquitectos en Buenos Aires no supieran las medidas pero, una vez recibidos los restos tuvieron a la vista y dentro de la Catedral al féretro mientras se construían los cimientos y las bases del mausoleo;

Recién en agosto de 1880 se colocaron los restos, es decir, hubo 3 meses para remediar el problema… Entonces, ¿tanta impericia hubo por parte de los encargados: un arquitecto nacional como Aberg , dependiente del Gobierno y subordinado del ingeniero Guillermo White ? Ambos presentes y firmantes del acta de ese día 27 ¿Callaron el asunto como el resto de los presentes, autoridades, invitados y curiosos? Lamentablemente, son preguntas sin respuestas.

  1. El origen Recién en 1947 en el número 16 de la Revista San Martín editada por el Instituto Nacional Sanmartiniano, aparece la versión referida de la pluma del mismísimo presidente del Instituto el Coronel Bartolomé Descalzo que firma el artículo “General D;

José de San Martín” El Libertador. En dicho escrito reseña la repatriación de los restos en forma muy breve y en relación al día del funeral escribió: DÍA 29 DE MAYO “Se cantó un solemne funeral a las 14; el Ilmo y Rvmo. Señor Arzobispo pronunció un hermosísima oración patriótica, y el Excmo.

  • Señor Presidente de la Nación Argentina, doctor Nicolás Avellaneda , que fue el propulsor de esta repatriación, acompañado por los ministros y altas autoridades, depositó los restos del Primer Argentino en la tumba no terminada;

Como la cámara mortuoria resultó más corta que el ataúd, éste se colocó inclinado. ” Aquí Descalzo comete un grave error diciendo que los restos se colocaron el día 29 de Mayo una vez terminado el funeral “en la tumba no terminada”. Se ha probado documentalmente por el acta correspondiente (que Descalzo no menciona).

  • y así también lo consignan los periódicos de la época, que el sarcófago fue depositado ese día 29 de Mayo en el Panteón de Canónigos… y recién trasladados el día 27 de Agosto a su destino final, acto en que el presidente Avellaneda no asistió;

El autor al final del párrafo, insertó una nota al pie que dice textualmente: “En un trabajo próximo haré una exposición en detalle sobre este punto, utilizando una narración hecha por el último sobreviviente de los que presenciaron el acto de colocar el ataúd definitivamente en la cámara mortuoria. En Qué Año Llegaron A Buenos Aires Los Restos Mortales Del General San Martín José de San Martín en un daguerrotipo de 1948, a los 70 años. Es la única fotografía del Libertador Juan Manuel Terrero , sobrino de Manuelita Rosas , había nacido en 1864 en Buenos Aires y es mencionado en los programas de festejos como uno de los “maestros de Ceremonia” que acompañaban y organizaban el desfile cívico por las calles el 28 de Mayo.

  1. Es el señor Juan Manuel Terrero;
  2. La narración fue hecha en la capilla del mausoleo, en la Catedral de Buenos Aires”;
  3. Pasando en limpio, un testigo presente en 1880 contó a Bartolomé Descalzo aproximadamente 66 años después de ocurridos los hechos esta particularidad muy curiosa sobre la posición del féretro, confundiendo la fecha y autoridades presentes;

Es decir, estuvo positivamente presente en los actos, y mencionó en su ancianidad lo que vio en la Catedral, confundiendo las fechas. En la misma publicación, Descalzo insiste en el tema aclarando previamente que los restos del Libertador están embalsamados y no son cenizas y que el cadáver “está depositado en la parte inferior del monumento, no horizontalmente, sino muy inclinado, de forma que su cabeza está aproximadamente a la altura de la cabeza de una persona que de pie contempla el mausoleo”.

En nota al pie de este párrafo agrega: “El señor Juan Manuel Terrero ha regalado al Instituto Nacional Sanmartiniano una maqueta hecha personalmente en homenaje al general San Martín, de la forma como está el ataúd del mismo dentro de la cámara mortuoria, lo cual el vio realizar.

El señor arquitecto Hugo M. Rosso hace análogo trabajo, pero en forma completa. ” Descalzo en breves párrafos y en dos páginas de su artículo insiste en la inclinación del féretro según los dichos del testigo Terrero, quien incluso donó un croquis de cómo se encontraba el ataúd y además el perfeccionamiento del dibujo realizado por un arquitecto.

Todo publicado en el mismo número de la Revista San Martín de 1947. Nuestra primera reacción al leer esta primera versión -que consideramos sin duda la original, la fuente primitiva y origen de todo lo escrito- fue de sorpresa y no precisamente grata.

Como historiadores respetamos las tradiciones orales y más si provienen de quiénes puede probarse que estuvieron o posiblemente estuvieran en el lugar de los hechos… Pero siempre estos dichos deben ser contrastados con documentos o al menos apoyados por otras fuentes orales distintas e imparciales.

  • No conformes supusimos, y con razón, que el Coronel Bartolomé Descalzo, presidente del Instituto Nacional Sanmartiniano, habría consultado otras fuentes al respecto para refrendar su fuente testimonial y darle valor histórico;

Es aquí donde entran otros actores e instituciones que dan su opinión y testimonio. En las notas y cartas que veremos a continuación publicadas en 1948 en el Boletín de la Comisión Nacional de Museos y Monumentos Históricos (Número 10. Año X. Págs. 382/385) observaremos que Bartolomé Descalzo antes de publicar su artículo en la Revista San Martín , consultó otras fuentes. El Libertador murió el 17 de agosto de 1850 en Boulogne Sur Mer, Francia, país al que había llegado luego de un exilio voluntario comenzado en 1824. En ese momento final, estuvo acompañado por su hija Mercedes y su yerno, Mariano Balcarce, quien fue portador de su deseo póstumo: que sus restos descansaran en su Patria. Iremos analizando cada nota luego de la correspondiente transcripción de lo editado en el Boletín en forma compilada bajo el siguiente título: Mausoleo del General San Martín (Informe sobre la posición en que está colocado el ataúd) Buenos Aires, 8 de abril de 1947 Al señor Director de la Comisión Nacional de Museos y Monumentos Históricos, coronel Don Aníbal F.

  • Imbert Tengo el agrado de dirigirme al señor Director, solicitándole quiera servirse informar al Instituto Nacional Sanmartiniano, referente a la orientación del ataúd que guarda los restos del General Don José de San Martín en el mausoleo de la Catedral Metropolitana , como también –en caso de duda- la forma de comprobarlo;

Al agradecerle por anticipado esta importante y patriótica colaboración, me es grato saludarle con mi consideración más distinguida. Bartolomé Descalzo Presidente del Instituto Nacional Sanmartiniano En este primer contacto con la Comisión, Descalzo evidentemente ya tenía la “versión Terrero” respecto de la posición del féretro.

  • Nada dice en su nota sobre la inclinación, utilizando el término “orientación” hábilmente para obtener información, dejando además, el interrogante de comprobación en caso de duda;
  • Buenos Aires, abril 12 de 1947 S;

el Cardenal Primado Arzobispo de Buenos Aires, Monseñor doctor Santiago L. Copello. Tengo el honor de dirigirme a S. el señor Cardenal, a objeto de solicitarle que quiera tener a bien hacer saber a esta Comisión Nacional si en los registros de ese Arzobispado existen constancias de la forma en que fue colocado el ataúd que guarda los restos del General San Martín, depositados en el Mausoleo de la Catedral Metropolitana.

  1. Interesa a esta Comisión Nacional conocer la orientación que se dio al referido ataúd, y estima que puede existir una constancia de alguna acta labrada con motivo de la ceremonia que tuvo lugar al inaugurarse el Mausoleo, o en el momento de ser depositados los restos;

Con este motivo, saludo a S. con mi más respetuosa consideración. Aníbal Imbert. José Luis Busaniche. Aquí la Comisión deriva la nota al Cardenal Arzobispo de Buenos Aires solicitándole directamente si hay registros o constancias de la forma en que fue colocado el ataúd y su orientación, sugiriendo que habría actas respectivas.

Buenos Aires, 5 de mayo de 1947 Al señor Director Interino de la Comisión Nacional de Museos y Monumentos Históricos, Coronel Aníbal F. Imbert Tengo el agrado de dirigirme al señor Director Interino de la Comisión Nacional de Museos y Monumentos Históricos, en respuesta a su atenta nota del 12 de abril ppdo.

, para poner en su conocimiento que, de acuerdo a lo manifestado por un testigo presencial de la traslación de los restos del General D. José de San Martín al Mausoleo que actualmente ocupa, el ataúd está orientado de N. a S. , de tal manera que la cabecera se encuentra hacia el altar Mayor de la Iglesia Catedral.

Sin embargo su posición no es horizontal, pues excediendo el ataúd las medidas de la cavidad destinada para el mismo, fue menester dar a aquél una inclinación de aproximadamente 15°. En cuanto al acta labrada en esa oportunidad fue depositada dentro del Mausoleo.

Hago propicia esta oportunidad para saludar al señor Director Interino con mi consideración más distinguida. Santiago Cardenal Copello. ¡Oh! ¡Sorpresa! El Arzobispo tiene la versión de un testigo presencial aunque más desarrollada: el ataúd orientado de N a S con su cabecera hacia el altar Mayor, siendo su posición no horizontal con una inclinación aproximada de 15 grados.

No constan actas sobre el hecho. Otra vez la tradición oral, presumimos que del mismo testigo D. Juan Manuel Terrero. Buenos Aires, mayo 9 de 1947 Señor Presidente del Instituto Nacional Sanmartiniano, Coronel (R) D.

Bartolomé Descalzo Me es grato dirigirme al señor Presidente, con referencia a su nota de fecha 8 de abril ppdo. , relativa a la posición del féretro que guarda los restos del General San Martín en la Iglesia Catedral metropolitana. Al efecto, cumplo en transcribirle la nota de S.

el señor Arzobispo, Cardenal Copello, en la que se consignan los datos suministrados por un testigo sobreviviente que asistió a la traslación de los restos, y a la ceremonia de la inhumación. Esta información fue solicitada por el señor Director interino de esta Comisión Nacional, Coronel Aníbal F.

Imbert, actualmente en Estados Unidos, y para satisfacer un pedido del Instituto Sanmartiniano. En ausencia del señor Director, saludo al Presidente con mi consideración más distinguida. José Luis Busaniche. Una nueva nota habla del tema. Buenos Aires, 22 de mayo de 1947 Al señor Director de la Comisión Nacional de Museos y Monumentos Históricos en la persona del señor Secretario Don José Luis Busaniche.

Por disposición del señor Presidente: Tengo el agrado de avisar recibo de su atenta nota del 9 del actual, a la cual se sirve adjuntar la transcripción de la nota de S. el señor Arzobispo Cardenal Copello, referente a la posición del féretro que guarda los restos del General San Martín en la Catedral Metropolitana.

Al agradecerle esta valiosísima colaboración, lo saluda con mi consideración más distinguida. Aníbal Eugenio Sorcaburu Secretario General del Instituto Nacional Sanmartiniano En Qué Año Llegaron A Buenos Aires Los Restos Mortales Del General San Martín Con este intercambio de notas, de preguntas y respuestas, Bartolomé Descalzo, consideró suficientemente refrendada su fuente testimonial, el Sr. Terrero. Viendo estas últimas cartas nos preguntamos por qué no incluyó algunos datos extras que se le dieron, y supuestamente por el mismo testigo al que definió “como el último sobreviviente de 1880”. Sin embargo, a pesar de tener la comunicación del cardenal Copello, Descalzo nada dice sobre la orientación Norte a Sur mirando hacia el altar Mayor, tampoco menciona la inclinación de 15 grados sino que escribe “muy inclinado”.

Los croquis conocidos tampoco parecen coincidir en el ángulo de inclinación… exagerándola. Igualmente queda una gran duda… ¿Es suficiente con los dichos de un testigo, por mas respetable que fuera, para dar por sentada sus aseveraciones sin más datos o contrapruebas? Creemos que no es suficiente y hasta ponemos en duda -humildemente- que el féretro esté inclinado solamente como teoría basada en el sentido común, o que si lo está por un grosero error de cálculo, no lo sea como se lo representa.

Con los datos obtenidos en las publicaciones y en los documentos consultados podemos analizar algunas de las cuestiones, a pesar de que no hemos podido acceder a la documentación de planos y croquis del proyecto presentado por el escultor Carrier-Belleuse ni tampoco conocer las dimensiones de los bloques de mármol como para poder, con certeza, desarrollar teorías alternativas.

Sin embargo, podemos afirmar que: Si tomamos como cierta la “versión Terrero”, es decir, el féretro está inclinado, y a su vez sumamos las “precisiones” de Copello sobre la orientación y grado de inclinación, estos documentos dan por tierra la “versión masónica” de que los restos de San Martín están “cabeza abajo” en un ángulo de 33º por su carácter masón , pues el testigo dijo -y lo reproduce Copello en su nota- que: El ataúd está orientado de N.

a S. , de tal manera que la cabecera se encuentra hacia el altar Mayor de la Iglesia Catedral. Sin embargo su posición no es horizontal, pues excediendo el ataúd las medidas de la cavidad destinada para el mismo, fue menester dar a aquél una inclinación de aproximadamente 15°.

La “versión masónica” Al respecto escribió Alcibíades Lappas en 1966 en La Masonería Argentina a través de sus hombres pág. 353: “(…) la Comisión que tenía a su cargo esta patriótica labor pensó colocarlos provisionalmente en la Catedral de Buenos Aires.

Entonces la Iglesia planteó un grave problema, puesto que las autoridades eclesiásticas basábanse en el hecho de que los cánones apostólicos romanos prohíben depositar los restos de un masón en un lugar consagrado , y Mitre había decretado la secularización de los cementerios únicamente.

  • Después de muchas deliberaciones, gestiones y consultas, la Iglesia encontró la solución admitiendo la construcción de un mausoleo junto al edificio de la Catedral, es decir, fuera del recinto o cuadrilátero consagrado , para que se guardasen los restos del más grande de los argentinos, por ser un masón;

Pero esto no fue todo: Las autoridades eclesiásticas no estaban conformes y colocaron el ataúd con la parte superior inclinada hacia abajo, con lo cual se aludía a la premisa de que los que mueren fuera del seno de la Iglesia van al infierno , que según ella, se encuentra en las entrañas de la Tierra”. En Qué Año Llegaron A Buenos Aires Los Restos Mortales Del General San Martín Sin embargo, no hubo tales cuestionamientos por parte de la Iglesia, ni muchas deliberaciones, gestiones y consultas, sino que las respuestas fueron unánimes e inmediatas en Acuerdos del Cabildo Eclesiástico. Decir, además, que la solución fue construir un recinto fuera de terreno consagrado es desconocer la historia de la Catedral de Buenos Aires. La Catedral desde sus orígenes no tuvo las dimensiones actuales, su edificio era más pequeño y fue ampliándose, transformándose y reconstruyéndose a través de los siglos.

Para la construcción de la “Capilla San Martín” se derribó el muro lateral, utilizando parte del pasillo lindero que correspondía a terrenos del Arzobispado anexándolo al edificio principal. En la superficie agregada había funcionado hasta 1822 el cementerio, obviamente terreno consagrado.

Circunscribir como terreno consagrado al “cuadrilátero” edilicio es acomodar las circunstancias al pensamiento. Y por último, asignar la responsabilidad de la colocación del féretro a la Iglesia es también desconocer o no querer verlo, que los restos del General estaban bajo la autoridad de la Comisión Central de Repatriación y que luego fue traspasada a la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires quien se hizo cargo del mantenimiento y guarda del Mausoleo.

Seguramente las polémicas seguirán en el tiempo, fogoneadas por los admiradores de leyendas, pero como sanmartinianos y como historiadores que buscamos la verdad documentada, exhibimos pruebas que desdicen y recortan las alas de la fantasía.

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¿Por qué los restos de San Martín están en la Catedral?

En Qué Año Llegaron A Buenos Aires Los Restos Mortales Del General San Martín Archivo Desde su muerte, en agosto de 1850, y durante once años, el cuerpo embalsamado de José de San Martín descansó en una de las capillas de Notre-Dame de Boulogne. En 1861, cuando los Balcarce San Martín se mudaron a Brunoy, en las afueras de París, la hija del prócer resolvió llevar con ellos el féretro de su padre para que fuera ubicado en la bóveda de la familia. Y comenzó a plantearse el tema del traslado de los restos a la Argentina, cumpliendo con la voluntad póstuma del militar, ya que en su testamento había expresado: “Desearía que mi corazón fuese depositado en el de Buenos Aires”.

El 25 de febrero de 1878, centenario del nacimiento del prócer, se realizó un tedeum en la Catedral porteña que concluyó con la colocación de la piedra fundamental del mausoleo donde descansarían los restos, encargado al escultor francés Auguste Carrier Belleuse.

Avellaneda, Mitre, Quintana y el obispo Aneiros, entre otros, participaron del acto simbólico colocando mezcla en la obra con una cuchara de plata. El 21 de abril de 1880, el ataúd fue transportado de Brunoy a París (35 kilómetros), donde se lo cargó en un tren especial rumbo al puerto de El Havre.

Una vez en la ciudad portuaria, lo depositaron en forma transitoria en la Catedral, antes de embarcarlo en el Villarino , un buque de guerra que había sido encargado a un astillero británico. El Villarino soltó amarras el 22 de abril y arribó a Montevideo el 20 de mayo.

Fue recibido con una salva de 21 cañonazos. Una carroza tirada por seis caballos llevó el féretro a la Catedral, cubierto por las banderas de Uruguay, Chile, Perú y la Argentina. Cuando partió por la tarde, la banda militar uruguaya ejecutó el Himno Nacional Argentino, mientras que desde el Villarino , los músicos argentinos interpretaron la canción patria de Uruguay.

Durante una semana, el buque se mantuvo en la costa de Catalinas (en esa época, la playa llegaba hasta lo que es hoy la plaza Fuera Aérea, vecina de la estación Retiro), escoltado por decenas de buques de la Armada.

El 28 de mayo tuvo lugar la ceremonia principal. Los integrantes de la Comisión de Repatriación colocaron la bandera del Ejército de los Andes sobre el ataúd, más dos coronas: una con palmas de Yapeyú (ciudad natal del prócer) y otra con gajos de pino de San Lorenzo (bautismo de fuego de los Granaderos a Caballo). En Qué Año Llegaron A Buenos Aires Los Restos Mortales Del General San Martín Archivo Cargado de flores que le lanzaban, el féretro fue escoltado hasta el monumento del Libertador, en Plaza San Martín. Luego de un emocionante discurso del presidente Avellaneda, el cajón fue colocado en una carroza fúnebre (réplica de la que transportó el cuerpo de Wellington a la Catedral de Londres en 1852). El cortejo marchó por la calle Florida hasta la Plaza de Mayo y el ataúd fue depositado en la nave central de la Catedral Metropolitana.

  • El cajón, depositado en un bote fúnebre, fue desembarcado en las costas de Retiro;
  • La bienvenida estuvo a cargo del ex presidente Sarmiento;
  • El pueblo le rindió tributo durante veinticuatro horas;
  • Al día siguiente, a las dos de la tarde, se lo ubicó en el mausoleo;

Suele decirse que los restos de San Martín yacen en el exterior del perímetro de la Catedral, en una capilla construida afuera de la nave central, porque era masón; dando a entender que la Iglesia no aceptaba que descansara bajo su custodia. Raro comentario, si se tiene en cuenta que los despojos del Libertador estuvieron en Notre-Dame de Boulogne, la iglesia parroquial de Brunoy y las catedrales de El Havre, Montevideo y Buenos Aires.

Sí, en cambio, resulta curioso la forma en que ha quedado dispuesto el ataúd. El tamaño del cajón era grande para el espacio asignado en el mausoleo. Por ese motivo, el féretro que contiene el cuerpo embalsamado del prócer, y que hoy reclaman las ciudades de Yapeyú y Mendoza, fue colocado en forma inclinada, de la manera que la vemos en la ilustración que fue publicada por el Instituto Nacional Sanmartiniano en 1947.

Así se mantiene desde el 29 de mayo de 1880..

¿Quién custodia los restos de San Martín?

En los últimos años se hizo conocida la historia de los siete granaderos que custodian el cuerpo de José de San Martín desde que fue repatriado de Francia en 1880. Cada mañana, siete granaderos cruzan la Plaza de Mayo y se ubican en la puerta de la Catedral Metropolitana.

Al atardecer, desandan el mismo camino y se colocan en la puerta de la Casa Rosada. Siempre son siete, ni uno más, ni uno menos. Detrás de este número y de la investidura de la guardia que custodia el mausoleo de San Martín hay una pintoresca leyenda.

En 1826 regresaron a Buenos Aires los últimos 76 granaderos que sobrevivieron a la Campaña Independentista. Días después, el presidente Rivadavia decidió disolverlos. Luego de 56 años, el cuerpo del General San Martín llega en barco a Buenos Aires y siete granaderos, los únicos que quedaban vivos, decidieron volver a vestir sus uniformes y acompañar al cuerpo de su General hasta el lugar de su descanso final.

“Entonces, siete granaderos a caballo y con sus uniformes puestos acompañaron el cuerpo hasta su tumba e hicieron guardia durante la noche. Según cuenta la leyenda,  se retiraron en medio de la niebla y nunca más se supo de ellos.

No hay registro de eso pero sí que el cuerpo fue acompañado. Es una historia romántica que puede ser realidad”, contó a  Cadena 3  Eduardo García Caffi del Instituto Sanmartiniano. Y agregó: “San Martín creó una cultura dentro y fuera del Regimiento de Granaderos de honor y cómo deben actuar”.

Años después, Roca, firmó el decreto que creó al regimiento de Granaderos, con base al mejor de caballería. Usando de parada, el uniforme diseñado por San Martín. Pero Fue Figueroa Alcorta quien los nombró como escolta presidencial, y desde entonces, todas las mañanas, marchan siete granaderos, desde Casa Rosada hasta la Catedral porteña.

Informe de Ariel Rodríguez..

¿Qué pasó en 1880 con San Martín?

Treinta años después de su muerte, y en ocasión del aniversario de la Batalla de Maipú, el presidente Nicolás Avellaneda instó a la repatriación de los restos del General Libertador. Y así fue que a bordo de bergantín- goleta “Villarino” llegaron los restos de San Martín al puerto de Buenos Aires el 24 de Mayo de 1880, previo paso por las costas de Montevideo.

La nave permaneció fondeada hasta el día 28 de Mayo en que desembarcó el ataúd con los restos del General que fueron colocados posteriormente en la Catedral Metropolitana de la capital Argentina. El presidente Avellaneda presidió los honores que se le tributaron al ilustre Libertador.

El pueblo entero se asoció a las autoridades y eses día fue decretado feriado en toda la Nación. Una historia ampliamente difundida en internet asegura que tras su primer viaje al país, al llegar al puerto de Buenos Aires y en medio de la ceremonia oficial para recibir los restos de San Martín, aparecieron siete viejos hombres, sobrevivientes de la guerra de la Independencia,  quienes ataviados con los viejos uniformes de Granaderos y montados en sus corceles marcharon a recibir al prócer. En Qué Año Llegaron A Buenos Aires Los Restos Mortales Del General San Martín.

¿Qué presidente trajo a San Martín?

Tras el discurso del expresidente Domingo Faustino Sarmiento, los restos del Libertador fueron trasladados a la Plaza San Martín y recibidos por el presidente Nicolás Avellaneda, quien inició su homenaje con la frase de Quintiliano ‘Pocas palabras ante tan magno hecho’.

¿Qué restos están en la Catedral de Buenos Aires?

Los restos del general José de San Martín descansan, desde 1880, en la Capilla Nuestra Señora de la Paz, ubicada en la Catedral Metropolitana, custodiado permanentemente por dos granaderos. Sin embargo, su emplazamiento en ese lugar no fue tarea fácil. El Libertador murió de una gastralgia el 17 de agosto de 1850, en Boulogne Sur Mer, Francia, país al que había llegado luego de un exilio voluntario comenzado en 1824.

  • En ese momento final, estuvo acompañado por su hija Mercedes y su yerno, Mariano Balcarce, quien fue portador de su deseo póstumo: que sus restos descansaran en su Patria;
  • En 1877, el por entonces presidente Nicolás Avellaneda creó la ?Comisión Central de Repatriación de los Restos del general San Martín?;

El cuerpo recién llegó a la Argentina el 28 de mayo de 1880. Y allí comenzó la odisea: ¿dónde colocarlos? Según Ricardo Brizuela, la idea primordial fue depositar los restos en la Catedral porteña. Sin embargo, la Iglesia se opuso, avalada en los cánones apostólicos romanos: San Martín era masón, y como tal no podía ser alojado en un lugar consagrado.

  1. Esta discusión venía de larga data, ya que surge con los primitivos enfrentamientos entre la masonería y los católicos, cuyo principal hito fue la expulsión de los jesuitas del Río de la Plata;
  2. No obstante, llegaron a un acuerdo, y el mausoleo se construyó al lado de la Catedral, en un terreno que, antiguamente, emplazaba el cementerio que cada templo contenía;

Los rumores afirman que este cambio de opinión eclesiástico tuvo que ver con una serie de créditos que llegaron a sus manos, con la excusa de las refacciones y reparaciones que serían necesarias para alojar los restos del héroe. El féretro fue construido por el escultor francés Carrier Belleuse, siguiendo la influencia romántica, neoclásica, de estilo francés.

Este artista también había construido la figura del General Belgrano que estaba ubicada en la Plaza de Mayo, y su proyecto fue el ganador entre los seis que se presentaron. La Capilla Nuestra Señora de la Paz, donde se encuentra el cuerpo, está ubicada en la nave derecha del templo, y posee un piso de mosaicos con pequeñísimas estelas que dibujan espinas, clavos y otros motivos de la Pasión, y que se extienden por toda la Catedral.

En tanto, el monumento que contiene al Libertador está hecho, casi en su totalidad, en mármol rosado, mientras que la base es de mármol rojo de Francia y la lápida de mármol rojo imperial. El sarcófago es de color negro belga. Los restos de San Martín se encuentran rodeados de tres esculturas femeninas, que representan a cada uno de los países que éste liberó: Argentina, Chile y Perú.

Junto a él se hallan las urnas con los restos de los generales Juan Gregorio Las Heras y Tomás Guido y los del Soldado Desconocido de la Independencia. Finalmente, tal como lo pidió la Iglesia, la cabeza del cajón se construyó inclinada, como símbolo de la predestinación al infierno con la que cargan los masones.

En la fachada de la Catedral metropolitana figura la siguiente frase: ?Aquí descansan los restos del Capitán General D. José de San Martín y del Soldado Desconocido de la Independencia. Salúdalos!?. La manera perfecta de recordar a todos los que lucharon por nuestra Libertad..

¿Qué famosa figura se encuentra enterrada en la iglesia de San Martín en bladon?

RM G7KJJN–Un cartel en el cementerio de la Iglesia de San Martín en Bladon, Oxfordshire, donde está enterrado Sir Winston Churchill.

¿Cuántos soldados custodian la tumba de San Martín?

La historia de por qué, a San Martín, lo custodian 7 granaderos, no 6 ni 10. Siete. La conocen? Ahí va. En 1826 regresaban a Buenos Aires, los últimos 76 granaderos de la cruzada independentista. No los recibieron con loas ni nada. NADA!!! Volvían andrajosos, enfermos, tras 10 años de no ver a su familia ni su terruño.

  • Los repartieron en diferentes reparticiones del ejército… así nomás, como si fueran comunes soldados;
  • Rivadavia días después de la llegada de éstos, decide DISOLVER el cuerpo de granaderos;
  • 54 años más tarde, el 28 de mayo de 1880, llega al puerto de Bs;

As. el vapor Villarino. Traía los restos del Gral. San Martín a su morada final. Por entonces, tantas décadas después, solo quedaban SIETE GRANADEROS vivos. Y sin ponerse de acuerdo, se visten con sus andrajosos uniformes, guardados con cariño y respeto. Marcharon a caballo a recibir a San Martín.

  • Lo acompañaron hasta su tumba y se quedaron, en guardia, toda la noche;
  • Don José había vuelto a la Patria;
  • Todos lo vieron, todos supieron que eran ESOS granaderos;
  • Al alba, dejaron su guardia y no los volvieron a ver;

Jamás supieron los nombres, jamás se los preguntaron. Años después, Roca, firma el decreto que crea al regimiento de Granaderos, con base al mejor de caballería. Usando de parada, el uniforme diseñado por San Martín. Pero, Figueroa Alcorta es quien los nombra a los granaderos, como escolta presidencial, y desde entonces, todas las mañanas, marchan SIETE granaderos, desde casa rosada hasta la catedral.

  1. Siete granaderos, turnándose al cabo del día, en la guardia, para custodiar a don José;
  2. Por eso son siete, y no un número mayor o par;
  3. Por los siete anónimos que lo escoltaron y cuidaron en su primer noche;

Dirección Primario.

¿Cuántos Granaderos recibieron los restos de San Martín?

En los últimos días se viralizó por las redes sociales la historia de los siete granaderos que custodian el cuerpo de José de San Martín desde que fue repatriado de Francia en 1880. No solo apareció el texto en Facebook y Twitter, sino que desde la Casa Rosada publicaron un video con el relato y Mauricio Macri lo mencionó en un almuerzo con el ejército.

Desde su cuenta oficial, explicaron su versión de por qué todos los días los Granaderos custodian el mausoleo de San Martín. Pero es curioso que la historia se hizo conocida hace no más de tres o cuatro años.

Es un cuento muy lindo. Pero quizás sea tan solo un cuento ¿Mito o realidad? A pesar de ser reconocido como el libertador de América, San Martín no pudo instalarse en la Argentina luego de su independencia por su enfrentamiento con Bernardino Rivadavia, entonces ministro de Gobierno de la provincia de Buenos Aires.

  1. El padre de la patria se exilió en Europa en 1824, donde vivió hasta su muerte, el 17 de agosto de 1850;
  2. Recién en 1880 se logró repatriar el cuerpo y fue recibido por miles de argentinos que acompañaron el féretro hasta la Catedral, donde todos los días un grupo de granaderos se acerca para cuidarlo;

La historia cuenta que los últimos siete Granaderos de su ejército decidieron vestirse con sus viejos uniformes y, por iniciativa propia, fueron a caballo a recibir a su jefe, escoltaron el féretro hasta la Catedral y se quedaron de guardia toda la noche.

Pero, ¿de dónde salió esta historia? ¿Cómo puede ser que ningún historiador sepa de este relato? ¿Por qué ningún medio se hizo eco de este suceso en aquellos años? Imaginemos siete personas de aproximadamente 80 años como mínimo, vestidos con uniformes raídos por el tiempo, en mal estado, caminando junto al ataúd por las calles de Buenos Aires a la vista de miles de argentinos.

Sin lugar a duda esta situación hubiera llamado la atención de los presentes. Revisando el archivo de distintos diarios, no encontramos ninguna publicación que menciona la presencia de posibles granaderos que habían luchado junto a San Martín. A pesar de que la esperanza de vida era mucho más baja que la actual, no se puede descartar la posibilidad de que hubiese sobrevivientes de aquel regimiento que había armado el segundo triunvirato en 1812, que fueron parte de la campaña libertadora que logró la independencia de la Argentina, Chile y Perú.

Pero hay indicios que indican que si seguían con vida, los siete no estuvieron presentes en mayo de 1880. Según cuenta el historiador Daniel Balmaceda a LA NACION, se pudo haber generado una confusión con los siete granaderos que regresaron en un grupo de 78 hombres a Buenos Aires.

“Había siete que eran granaderos y habían salido de Buenos Aires en 1814. Participaron en toda la campaña libertadora. Uno de ellos era Félix Bogado, que había sido uno de los prisioneros de los realistas cuando San Martín los enfrentó en San Lorenzo. Él era parte del ejército de Granaderos, pero murió en 1829.

  1. Por eso descartamos también esta posibilidad”, cuenta;
  2. Macri compartió un asado con Granaderos en el aniversario del regimiento Otro de los asuntos que alimenta la idea de que la historia no es verídica es el uso de los uniformes;

En 1880, el regimiento no existía, ya que había sido disuelto por el presidente Bernardino Rivadavia en 1826. En esos años, cuando los granaderos volvían de la campaña, devolvían el uniforme con las armas, porque le pertenecían al Estado. Aunque ese día sí se vieron uniformes, no fueron usados por los verdaderos granaderos que lucharon junto a San Martín durante la campaña libertadora.

  1. Según publicó LA NACION en su edición del 28 de mayo de 1880, la orden general para el desembarco de los restos de San Martín incluía la presencia de distintos rangos militares y entre todas las tropas, había un reconocimiento a los Granaderos;

“Los ocho palafreneros que guiarán el carro fúnebre serán del Regimiento 1° de Caballería de línea , quienes serán también promovidos a Sargentos 2° y vestirán para este acto el uniforme de los Granaderos a caballo”, dice el texto. La publicación de LA NACION de mayo de 1880 Archivo Dicho y hecho. Tras la procesión fúnebre, los sargentos de Caballería que habían vestido como granaderos lograron su ascenso. “Ayer a las 5 y ½ de la tarde han terminado recién su tarea los palafreneros a quienes le ha cabido la honra de vestir el traje de los Granaderos a caballo.

Regresaron a sus cuarteles por la calle San Martín, llenos de marcial arrogancia, mirados con simpatía por los transeúntes”, escribió LA NACION en su edición del 30 de mayo, el día después de la procesión fúnebre.

Hasta el mismísimo ejército argentino se refirió a la historia como una “fábula” y la comparó con el Sargento Cabral, que en su agonía dijo moría contento por batir al enemigo. “Son historias con tradición oral, nunca vamos a saber si son ciertas porque no hay ningún documento que las testifique”, dijeron desde el Ejército.

El general San Martín y sus granaderos conforman una pieza trascendental de la historia argentina. Fueron vitales en la lucha por la independencia de la Argentina, así como la de Chile y Perú. Nadie duda de su valor a la hora de luchar por la patria.

Solo se duda de esta historia, que uno puede elegir pcreer como una historia veraz, o tan solo un lindo cuento..

¿Cuál fue el último granadero de San Martín?

Eustoquio Frías, el último Granadero de San Martín.