Corduba, o lo que es lo mismo, la Córdoba Romana, fue fundada por el General Claudio Marcelo entre los años 169 a.C. y 152 a.C., asentándose, como veremos en el apartado concerniente al urbanismo, frente al tramo del río Guadalquivir en el que éste deja de ser navegable. La nueva urbe, ubicada en la colina más alta de la actual ciudad, ostenta desde un principio la capitalidad de la provincia Hispania Ulterior (Hispania « La Lejana «), lo cual nos habla de la importancia de Córdoba desde tiempos remotos. Con el paso de los años, nace un período de conflictos en Roma, propiciado por las guerras civiles entre César y los hijos de Pompeyo, que culminaría con el final de la República Romana,
¿Cómo era la sociedad colonial de Córdoba?
Córdoba colonial: ni tan blanca ni tan pura Sonia Colantonio es investigadora principal del CONICET en el Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad (CIECS, CONICET-UNC) de Córdoba y desarrolla sus trabajos en la línea de la Bio-demografía.
En este cruce disciplinar se intenta analizar cómo evolucionan biológicamente las poblaciones a partir de datos sociales, culturales, o de registros, tanto históricos como actuales. Sus investigaciones se centran, en la ciudad y provincia de Córdoba, a partir de fines del año 1700. En base a los resultados obtenidos el grupo pudo reconstruir un panorama étnico muy diferente al que señalaba la bibliografía tradicional.
En lugar de encontrar una sociedad primordialmente blanca, de origen europeo -a partir de datos no biológicos, como actas de matrimonio, bautismo y muertes- vieron que las mezclas eran el grupo predominante. Los trabajos en Antropología sobre el período colonial son muy escasos, por lo que el grupo inaugura un ámbito casi desconocido y es el primero dedicado al estudio de la Biodemografía en Córdoba.
Además en estrecha relación con la cátedra de Antropología donde se desempeña como docente, se crearon una línea de estudios de antropología dental y otra de etno-biología. ¿Por qué decidió estudiar ese período, tan poco explorado por la antropología? En los años ’80 comenzamos a trabajar con poblaciones actuales del Valle de Traslasierra –ubicado al oeste de la provincia, detrás del cordón montañoso llamado Sierras Grandes, que corre en paralelo a la Cordillera de los Andes- ya que había altos índices de una enfermedad genética recesiva –o sea que se manifiesta sólo cuando ambos progenitores aportan un determinado gen- que producía la muerte de los niños antes de los tres años.
Por ese entonces existía la hipótesis de que la causa de esa incidencia tan alta era la endogamia, es decir que las parejas se conformaban en el seno de la misma comunidad, con un alto grado de parentesco y consanguinidad. Estudié la historia demográfica de esa población -desde fines del 1700 hasta 1990- y encontré que desde que se tenía registro había endogamia, pero que en el presente casi se había duplicado.
- ¿Cómo realizaron estos análisis? Usamos un método que utiliza los apellidos bajo el supuesto de que hay una probabilidad determinada de que quienes compartan apellido tengan un antecesor común.
- Esto en términos probabilísticos, no de certeza, porque sabemos que esto no siempre se cumple y se puede sobreestimar –pensar que es más alta de lo que ocurre en la realidad- la consanguinidad, la endogamia y otros fenómenos relacionados.
Sin embargo, al comparar lo que obtuvimos en el análisis en Traslasierra con la población de la ciudad de Córdoba en la época colonial, la diferencia era notable. En la segunda no encontramos consanguinidad, aún con la sobreestimación del método. ¿Y entonces comienza a estudiar la ciudad? Sí, porque esto contradecía un preconcepto muy arraigado –y que se apoya en mucha bibliografía en torno a la genealogía- de que Córdoba era endógama, con familias tradicionales, de linajes blancos, etcétera.
En ese sentido empecé a analizar registros de bautismos, matrimonios, muertes y censos, desde el año 1766. Y ahí me encontré con una Córdoba diferente a la que esperaba. ¿En qué difería? En primer lugar, respecto a la información que brindan los apellidos, vimos que la consanguinidad era prácticamente nula, con valores similares a los de España en la actualidad.
Esto coincidía con que en las actas de matrimonio prácticamente no había dispensas, que era la ‘autorización’ para casarse que otorgaba la iglesia a parejas con relación de parentesco. Además los índices de consanguinidad que obtuvimos eran muy similares entre los blancos y el resto de las castas o grupos mestizados.
Sin embargo, encontramos una práctica llamativa que se daba exclusivamente entre los blancos y consistía en alianzas entre determinadas familias, que formaban parejas entre sí. Estas tenían que ver con cuestiones culturales y económicas o materiales. Entonces, Córdoba no era una sociedad endogámica ¿y qué encontraron respecto a la composición étnica? Primero quiero aclarar que usamos las categorías ‘étnicas’, por llamarle de alguna manera, que aparecían en los propios registros, o sea que las denominaciones son de esa época y, por ejemplo, en lugar de decir ‘afroamericanos’, decían ‘negros’.
La referencia a la etnia desapareció casi totalmente de los censos en 1840 y recién en el de 2001 se incluyeron algunas preguntas en cuanto a la ascendencia. Respondiendo ahora la pregunta, encontramos por ejemplo en 1813 que los blancos representaban cerca del 40 por ciento de la población, los negros el 7 por ciento -que en 1778 había llegado a 13 por ciento-, los indios casi habían desaparecido y lo que predominaba eran las mezclas, especialmente los pardos –que no se sabe exactamente a qué refería pero se supone que hay algún grado de sangre negra-.
También había mulatos -negro con blanco- y zambos –negro con indio-. O sea que Córdoba no era blanca y tampoco ‘pura’, como decía el mito. ¿No se encontraron mestizos –mezcla de blanco con indio-? Los mestizos aparecen frecuentemente en los censos hasta 1813 y, a partir de ahí, casi desaparece el término – sólo se consignan 0,3 por ciento mestizos-.
Sin embargo en los registros parroquiales de nacimientos sí sigue apareciendo, porque se definía a partir de la etnia de los padres. En el mismo sentido vimos que la población negra o mulata se fue transformando en los registros en parda, es decir que se ‘blanqueó’.
- Por ende suponemos que quizás la desaparición de los mestizos y los negros no responda fundamentalmente a una desaparición física –por enfermedades o guerras, por ejemplo- sino que comenzaron a consignarse como pardos sin indicar la procedencia, a medida que se fueron mezclando.
- ¿Es decir que cada registro aportó información diferente para completar el panorama? Sí, y a veces era contradictoria.
Por ejemplo, mientras que los censos mostraban que estas castas –como se les llamaba a las mezclas étnicas- eran predominantes, los registros matrimoniales mostraban uniones casi exclusivamente entre personas del mismo grupo. Sin embargo esto seguramente responde a que había prohibiciones en la iglesia de mezclar la sangre, entonces esas uniones se daban de hecho.
- Probablemente también haya sido costumbre que las parejas no se casaran, pero lo cierto es que existió un proceso de mezcla que se dio por fuera de la iglesia.
- ¿Cuál era la relación entre la población negra y el régimen de esclavitud? En general los negros eran esclavos, pero del total de esclavos los pardos eran el grupo predominante.
Otro dato interesante fue que encontramos indios también, a pesar de estar prohibido por ley. Y las formas de esclavitud en Córdoba parecen haber sido particulares. ¿En qué sentido? Por ejemplo, los esclavos podían trabajar por su cuenta e incluso cuando el amo quedaba en malas condiciones económicas, ellos lo mantenían, a la inversa de cómo se suponía.
Si bien libres y esclavos estaban muy divididos en las instituciones sociales, al interior de sus hogares esta separación no era tan neta. Las mujeres eran muy valoradas por su función en el hogar y por ser el medio de producción de nuevos esclavos; hay casos de esclavas que se casaron con españoles importantes.
La tasa de reproducción era apenas menor que la de los blancos o de los libres, a diferencia de lo que ocurría, por ejemplo, en Buenos Aires. Finalmente, algo que nos llamó mucho la atención, es que los esclavos también tenían hogares propios y muchas veces además esclavos propios.
Formación: Sonia Colantonio es Licenciada en Antropología (1981) y Doctora en Ciencias Naturales (1986), ambos por la Universidad Nacional de La Plata. Realizó además la Carrera Docente en dicha Universidad. Fue becaria del CONICET desde 1983 e ingresó a la carrera de Investigador en 1993. En la actualidad es Investigadora Principal del CONICET en el Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad (CIECS, CONICET-UNC) y docente en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Córdoba.Recibió el premio Konex en reconocimiento a su amplia trayectoria en el área de Arqueología y Antropología. |
Córdoba colonial: ni tan blanca ni tan pura
¿Qué papel cumplia Córdoba en la economía colonial?
Córdoba ha sido considerada por historiadores como Assadourian como uno de los ejes articuladores del espacio colonial vinculando desde épocas muy tempranas al interior minero con el Atlántico, a pesar de las prohibiciones de la Corona.
¿Qué indios vivían en Córdoba?
Introducción 1 En las últimas décadas, en Córdoba, se han desarrollado diversos procesos de reemergencia comechingona tanto en áreas rurales como urbanas.2 Estos procesos han llamado poderosamente la atención en una sociedad que hasta hace pocos años consideraba extintos a los pueblos indígenas.
Para intentar comprender esta aparente “paradoja de la presencia de indígenas extintos”, en términos de Escolar ( 2018 : 21), proponemos analizar en clave histórica y de larga duración las representaciones sobre los indígenas comechingones que fueron construidas por los sectores dominantes en diferentes momentos históricos y que, no sin cambios y matices, nos ayudan a comprender tanto los procesos étnicos actuales como las concepciones hegemónicas en torno a ellos.
Analíticamente, identificamos tres momentos clave en la construcción de las representaciones sobre los comechingones: la época de la conquista y colonización, el período de construcción y consolidación del Estado argentino durante la segunda mitad del siglo XIX y, finalmente, las décadas centrales del siglo XX.
- En el último apartado, reflexionamos en torno a la pervivencia actual de algunas de esas representaciones en los imaginarios colectivos en el contexto de reemergencia de ciertas comunidades comechingonas en la provincia de Córdoba.
- Como veremos estas etapas se solapan y yuxtaponen, adhiriendo nuevos significados a los sentidos impuestos en el período anterior, forjando discursos que hasta hoy en día moldean el sentido común y que contribuyen al sostenimiento de aseveraciones como que Córdoba es una provincia libre de indígenas o, de modo más general, que los argentinos venimos de los barcos, presentes en el imaginario compartido.
En ese sentido, si bien nos centramos en la historia de los comechingones de la provincia de Córdoba, creemos que los períodos analizados en este trabajo podrían contextualizar los procesos de reivindicación -únicos y particulares- ocurridos en otros escenarios del país.
- Etnogénesis y etnificación comechingona durante la conquista española La ciudad de Córdoba de la Nueva Andalucía fue fundada en el año 1573 por Jerónimo Luis de Cabrera.
- En las sierras cordobesas habitaban diversos grupos indígenas horticultores que fueron denominados por los conquistadores como comechingones ; este rótulo se consolidó rápidamente como el etnónimo identitario de los indígenas originarios de Córdoba.
Sin embargo, los estudios antropológicos y arqueológicos actuales sostienen que a la llegada de los españoles no existía una unidad étnica supragrupal entre los diferentes núcleos poblacionales que habitaban en la región ( Bixio, 1998 ; Mandrini, 2008, Berberián et al., 2011 ).
De este modo, los conquistadores extendieron un etnónimo que probablemente se aplicaba a ciertos grupos para denominar a la totalidad de los diversos pueblos que habitaban en las sierras. Previamente, otras expediciones habían recorrido la región y entrado en contacto con los pueblos nativos. En los documentos producidos durante la expedición comandada por Diego de Rojas (1543-1546) se puede rastrear el primer uso del etnónimo en cuestión, utilizado para denominar a la provincia de los comechingones y el país de los comechingones ( Lozano, 2010 ).
De esta forma, este rótulo étnico se integraba en sus comienzos a la denominación de una espacialidad, al igual que ocurrió con los casos de los juríes y los diaguitas ( Bixio y Berberián, 2007 ). Los españoles que llegaron a estas tierras no tenían pretensiones etnográficas, ni buscaban entender las formas de organización socio-política de los indígenas americanos.
Junto con los problemas y limitaciones para comunicarse con los pueblos nativos por medio del lenguaje, los conquistadores tuvieron dificultades para comprender las formas y prácticas culturales que no se ajustaban a sus modelos conocidos. Esta imposibilidad o desinterés para comprender al otro desde su alteridad ( Todorov, 2008 ) fue una característica general del proceso de conquista de América e impactó en el conocimiento y la representación que se hicieron del Nuevo Mundo.
Cuando llegaron a las tierras de lo que luego sería la región de Córdoba, los exploradores ya tenían concepciones previas sobre los indios americanos; con esa mirada y esos prejuicios se toparon con los nativos y los dotaron de “una identidad colectiva, definida, no fragmentada”: todos los grupos indígenas se incluyeron, de esta forma, en la misma clase, sin que se respetara la “macrodivisión social propuesta por los propios naturales” ( Bixio, 1998 : 213).
El mal llamado “encuentro” colonial produjo transformaciones en las identidades colectivas previas, asociadas con la imposición de nuevos rótulos étnicos y también con los procesos de mestizaje biológico y cultural tanto entre diferentes grupos nativos como con el mundo hispánico ( Gruzinski, 2007 ).
Diferentes estudios históricos, antropológicos y arqueológicos coinciden en que los pueblos que habitaban en las sierras cordobesas -que fueron englobados como comechingones durante la conquista- hablaban diferentes dialectos lingüísticos, 3 lo que no habría obstaculizado la comunicación entre ellos ( Berberián y Bixio, 1987 ).
En este sentido, la homogenización de la diversidad indígena -ya sea buscada o como resultado indirecto de las formas de contacto- facilitaba la empresa de conquista, cuyo objetivo era el despojo de sus tierras y la organización de la población nativa en los nuevos pueblos de indios 4 y bajo el sistema de las encomiendas ( Piana, 1992 ; González Navarro, 2009 ; Berberián et al,, 2011 ).5 No podemos conocer a ciencia cierta cuáles eran las adscripciones étnicas de todos estos grupos indígenas, ni cómo repercutió en ellos la conquista y la imposición de los nuevos rótulos, ya que no contamos con documentos producidos por ellos mismos.
Sin embargo, siguiendo la propuesta de Nacuzzi (1998 ), consideramos que la reconstrucción de los rótulos étnicos coloniales contribuye a comprender sus procesos históricos e identitarios partiendo del análisis de las fuentes producidas por los conquistadores.
- En ese sentido, sabemos que la elección de nombres étnicos no es inocente, sino que son “las huellas de una relación, entre quien nombra y quien es nombrado; de esta manera, nos enseñan más sobre el que nombra y sus criterios que sobre la gente así designada” ( Combés, 2021 : 15).
- Sobre el origen del etnónimo comechingón, para la mayoría de los autores -los clásicos y los más modernos- es un vocablo sanavirón que significaría “los que viven en las cuevas” ( Canals Frau, 1953 ; Mandrini, 2008 ).
Esta explicación se sustenta en la lectura de las fuentes de la época, como la crónica de Ruy Diaz de Guzmán ( 2012 ), 6 y en los trabajos lingüísticos realizados por especialistas. Otro relato de la conquista, escrito por Gerónimo de Bibar, explica la elección del etnónimo de otra manera muy diferente: “la causa porque los llaman los españoles Comechingones es porque, cuando vienen a pelear traen por apellido ‘Comechingón’, ‘comechingón’, que quiere dezir, en su lengua ‘muera’, ‘muera’ o ‘matar'”.7 Montes ( 2008 : 35), por su parte, sostiene que el término proviene de la palabra camichingón, que en lenguaje camiare significaría “serranías con muchos pueblos”.8 Más allá de las divergencias entre los posibles significados del etnónimo asignado a los diversos pueblos indígenas que habitaban en la región, podemos sostener que se correspondió con una exonominación y que fue el resultado de un proceso de etnificación,
De acuerdo con Roulet (2013 : 34), entendemos la etnificación como el resultado de operaciones clasificatorias de los agentes colonizadores quienes, a través de la escritura y otros dispositivos de poder, tendieron a fijar las movedizas realidades que observaban, a sobredimensionar su coherencia cultural, y a ordenarlas a semejanza de sus propias concepciones.
Estas clasificaciones impuestas por los conquistadores produjeron cambios en la organización sociopolítica de los grupos indígenas. De esta manera, se manipularon y trastocaron las realidades de las poblaciones nativas a partir de las concepciones y clasificaciones españolas ( Boccara, 2002 ) y como resultado se crearon nuevos mapas étnicos que serían funcionales a los objetivos de la dominación colonial.
Sin embargo, la identidad es una categoría relacional y dialéctica que se construye a partir de negociaciones y reformulaciones constantes “entre la definición interna de un grupo y la categorización externa” ( Boccara, 2002 : 71). En este sentido, consideramos que la etnificación es pertinente pero no es suficiente para explicar el proceso de transformación de las identidades étnicas prehispánicas en la nueva identidad comechingona.
Mencionábamos anteriormente que la conquista produjo una fuerte desarticulación de las comunidades prehispánicas que habitaban en el territorio cordobés -que fueron despojadas de sus tierras y reorganizadas en pueblos de indios y bajo el régimen de la encomienda- y un proceso de etnificación que indudablemente modificó sus identidades étnicas.
En este sentido, las transformaciones sociopolíticas, culturales y étnicas de estos grupos pueden comprenderse como procesos de etnogénesis, es decir, como procesos históricos de transformación de sus identidades a lo largo del tiempo ( Boccara, 2002 ). Por ejemplo, en el seno de los pueblos de indios organizados ad hoc para servir al sistema de explotación colonial se forjaron, en muchos casos, nuevos lazos comunitarios, nuevos liderazgos y nuevas formas de resistencia.9 Por sólo mencionar algunos casos, Bixio y González Navarro (2009 ) muestran cómo en el contexto de la visita de Luján de Vargas a la región luego de un siglo de colonización (1692-1693), los líderes de varios pueblos de indios articularon estrategias de resistencia frente a la situación de extrema explotación aplicada por los encomenderos y así lograron mejorar las condiciones de vida de los integrantes de sus comunidades.
Por su parte, Tell y Castro Olañeta (2011 ) reconstruyen los periplos históricos de una serie de pueblos de indios de la región durante todo el período colonial, demostrando cómo la pervivencia de algunos de estos pueblos se dio por la recepción de grupos foráneos e individuos forasteros y por el amplio mestizaje que se produjo.
De no haber sido así, muchas comunidades hubieran desaparecido por el alto grado de mortalidad indígena y por causa de microrresistencias individuales, como las huidas hacia otras regiones ( Bixio y González Navarro, 2009 ). Estos ejemplos matizan la tesis de la completa desestructuración de las comunidades indígenas en la gobernación del Tucumán que propuso Lorandi (1988 ) décadas atrás.
Luego de la conquista, y con la implementación definitiva del sistema de encomiendas atribuidas a los conquistadores, en las fuentes coloniales desapareció el etnónimo comechingón como uso corriente para ser reemplazado por el rótulo más inespecífico y generalizante de todos, el de indios ( Bixio, 1998 y 2005 ; Berberián et al., 2011 ).
Como señala Bonfil Batalla (1992 ), bajo esta categoría supraétnica se desdibujaron identidades, culturas y pueblos muy diversos entre sí cuyo único rasgo en común era la situación de sujeción colonial. Así las identidades impuestas desde la propia elite encomendera pasaron a definirse por medio de otras variables no necesariamente étnicas: la subordinación hacia nuevos líderes indígenas -“indios del cacique Tululunave”-; la pertenencia a las nuevas comunidades creadas por los españoles -“indios del pueblo de Guayascate”-; o la sujeción directa a un encomendero -“indios de la encomienda de Blas de Peralta”- ( Bixio, 2005 : 25).
Como han estudiado Bixio ( 1998 y 2005 ) y Berberián et al. ( 2011 ), este cambio en los rótulos se podría explicar porque, luego del asentamiento español en la zona y una vez organizado el régimen de las encomiendas, los indígenas perdieron, a los ojos de los conquistadores, su especificidad comechingona; ya eran asemejables a otros grupos que se encontraban sometidos al sistema colonial en otras regiones del virreinato.
- Invisibilización indígena en el siglo XIX y principios del XX El proceso abierto tras la Independencia significó, en el largo plazo, un cambio rotundo para los pueblos indígenas de la futura República Argentina.
- El legado cultural heredado por las elites dirigentes criollas identificaba a los indígenas, mestizos y afrodescendientes como los otros subordinados y atrasados, pero no negaba su existencia en la nueva sociedad que se estaba gestando.
En este sentido, 1816 no modificó demasiado la situación de estos grupos, ni tampoco las décadas de la denominada anarquía -entre 1820 y 1853. Sin embargo, durante la etapa de formación y consolidación del Estado argentino, en la segunda mitad del siglo XIX, el proyecto hegemónico consistió en la configuración de una nación a imagen y semejanza de las potencias europeas ( Bernand, 2016 ).
De esta manera, se comenzó un proceso de construcción de la hegemonía y de la alteridad ( Briones, 2005 ), normalizadas y sedimentadas en el sentido común a lo largo de las generaciones. Los pueblos indígenas -así como los afrodescendientes- fueron invisibilizados y silenciados al calor de las necesidades de la narrativa dominante de la nación ( Frigerio, 2008 ); el nuevo Estado argentino precisaba que el indio y su barbarie cedieran paso a la civilización,
En consecuencia, se borraron de la memoria colectiva siglos de interacción, mestizajes e influencias recíprocas del pasado colonial para crear la ficción de una tábula rasa sobre la cual erigir los cimientos de una nueva memoria histórica, íntimamente ligada a la población de origen europeo y a la creación de una autoimagen nacional definida como de “raza blanca y cultura europea” ( Quijada, 2000 : 58).
Las diversas provincias -gobernadas por las oligarquías regionales- no quedaron por fuera de este esquema, reproduciendo hacia el interior de sus territorios los mismos idearios sostenidos desde el Estado-nación, constituyendo sus propias hegemonías y alteridades ( Briones, 2005 ) y operando en la invisibilización, ocultamiento y silenciamiento de todos aquellos actores y sectores que no encajaban en aquel modelo dominante.
Tal vez el exponente más visible y conocido de este paradigma fue Domingo Faustino Sarmiento, no solo por sus ideales políticos y los proyectos para llevarlos a cabo sino también por el lugar preponderante que ocupó en el escenario público -fue gobernador de San Juan, senador nacional y presidente de la República- y por la enorme dimensión que adquirieron algunas de sus ideas en el contexto escolar, en ámbitos políticos, en medios de prensa y en los discursos historiográficos posteriores, moldeando así el sentido común de los argentinos por muchas generaciones.
Sarmiento recurrió a los paradigmas más radicales de la ciencia para justificar su lucha a sangre y fuego contra los pueblos indígenas y contra los caudillos mestizos de las provincias. En su célebre Facundo ( 2010 ), dejó plasmado su proyecto político escrito en el exilio, que retomaría cuando asumiera como funcionario: todo lo que no es europeo -indios, negros, gauchos, mestizos- es la barbarie, que debe ser sometida y erradicada en pos de la civilización.
Por su parte, Juan B. Alberdi, padre de la Constitución de la Nación Argentina, declaraba en 1852 que: el indio no figura ni compone mundo en nuestra sociedad política y civil. En América todo lo que no es europeo es bárbaro: no hay más división que ésta: 1º, el indígena, es decir, el salvaje; 2º, el europeo, es decir, nosotros los que hemos nacido en América y hablamos español, los que creemos en Jesucristo y no en Pillán (dios de los indígenas) ( Alberdi, 1964 : 34-35).
En este contexto, los indígenas que vivían dentro del territorio efectivamente controlado por el Estado debían ser educados y mixturados -al igual que otros colectivos étnicos y sociales subordinados, como los gauchos y los negros- para que se borraran sus especificidades que eran asociadas al atraso cultural, político, económico y social.
Los otros indígenas, aquellos que vivían allende las fronteras del Estado y que habían permanecido relativamente autónomos al poder colonial, debían ser incorporados por la fuerza a la civilización, o bien ser exterminados. Bustamante (2017 ) identifica, para esta etapa, la construcción del arquetipo del bárbaro sanguinario, imagen que se constituyó como un gran justificativo de la conquista militar y el genocidio indígena.
Este arquetipo, que no fue propio ni exclusivo de nuestro país, se nutrió de la imagen del feroz malón que atacaba y ponía en jaque a las fronteras del mundo civilizado. Como planteaba Martínez Sarasola 10 las denominadas Campañas del Desierto y Conquista del Chaco, que destruyeron las comunidades indígenas de la Pampa, la Patagonia y el Chaco hacia fines del siglo XIX no lo hicieron únicamente para obtener sus tierras; la violencia se correspondía también con un modelo de país que quería erradicar otras formas de vida que no fueran las europeas.
La nación moderna no se podía construir “con el desierto, sino en contra de él” ( Bernand, 2016 : 162). Este período forjó, de esta manera, una mirada sobre los grupos indígenas y sobre el rol homogeneizador del Estado que perduró prácticamente hasta la actualidad.
- La provincia de Córdoba formó parte de este proceso general en un doble sentido: por un lado, se persiguió la conquista de la frontera sur, para ganar territorios contra los “bárbaros” de las pampas ( Tamagnini y Pérez Zavala, 2007 ; Pérez Zavala, 20 13).
- Por otro lado, hacia adentro se buscó expropiar las pocas comunidades indígenas que quedaban en pie, para así poder lotear y entregar sus tierras a la propiedad privada capitalista para la producción de materias primas de exportación.
De esta forma, hacia fines del siglo XIX, el Estado provincial procedió al despojo de dichas comunidades, que eran las de Quilino, Soto, Pichana, La Toma, San Marcos y Cosquín ( Tell y Castro Olañeta, 2011 ; Tell, 2015 ).11 Para ello, se dejó de reconocerlos como pueblos indígenas con el argumento de que ya no quedaban indios originarios sino que se habían mestizado con otras poblaciones foráneas,
- No sólo se desarticularon las tierras comunales; el estado provincial también dejó de reconocer a las autoridades indígenas -curacas- y se expropió de la jurisdicción civil y criminal a los cabildos de los pueblos de indios ( Tell, 2019 ).
- Si durante toda la época colonial y buena parte del siglo XIX esos pocos pueblos pudieron mantener sus tierras comunales y sus líderes indígenas, la supuesta racionalidad occidental y la lógica capitalista del mercado irían a imponer nuevos y más grandes desafíos.
Desde el punto de vista estatal y hegemónico, el agro cordobés debía adaptarse al nuevo escenario económico. Con la independencia se había desarticulado el anterior mercado interno colonial con eje en las minas altoperuanas ( Assadourian, 1982 ); ahora la producción se debía reestructurar con miras a convertir a la Argentina en el granero del mundo,
- La elite provincial se identificó, de esta manera, con el proyecto nacional que emanaba desde Buenos Aires ( Boixadós, 1999 ).
- Además de la expropiación de las tierras comunales, llevada a cabo en nombre de la utilidad pública y de la modernidad, se realizaron obras de infraestructura, se extendieron las redes ferroviarias, se fomentó la entrada de capitales extranjeros a la provincia, entre otras políticas en el mismo sentido.
Córdoba recibió grandes contingentes de población que migraba desde Europa, la cual fue repartida tanto en las áreas rurales como en las ciudades. La inmigración fue fomentada por las elites provinciales y nacionales, que veían en el ingreso de población blanca y civilizada la oportunidad de mejorar biológica y culturalmente a la provincia y, en consecuencia, a la nación.
La cimentación del ideario en torno a una Argentina a imagen y semejanza de las naciones europeas fue apalancada en gran medida por la creación de mitos sobre el origen de la nación que se repetirían por largas generaciones, fundamentalmente en los ámbitos educativos pero también en otros espacios, como en los medios de comunicación y los discursos oficiales.
En la fabricación de estos mitos de origen jugó una gran parte la tradición historiográfica erudita iniciada por Bartolomé Mitre. La historiografía erudita de la segunda mitad del siglo XIX -que respondía a los intereses de las clases dominantes y a su proyecto de país- resaltó las figuras de los hombres notables -varones, blancos, burgueses, descendientes de europeos- en los inicios de la nación ( Devoto y Pagano, 2009 ); una historia eminentemente política y militar que ocultaba la agencia de los grupos subalternos.
Con respecto a los indígenas, la historiografía inaugurada por Mitre (1887 : 86) los consideró como una “raza servil” y “elemento inerte” de la sociedad. En sus célebres Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina ( 1887 ) e Historia de San Martín y de la Emancipación Sudamericana ( 1887 ), Mitre silenció todo vestigio de su agencia en los hechos fundantes de la historia nacional, ocultando toda posible relación entre los revolucionarios de 1810-1816 y los diferentes pueblos indígenas, negando la agencia de éstos en las guerras de la Independencia ( Tourres, 2018 ).
Finalmente, si el país que se estaba gestando era blanco y europeo los indígenas debían ser cosa del pasado, “reliquias arqueológicas cuyo lugar estaba en los museos de Historia Natural creados en esos tiempos” ( Mandrini, 2007 : 21), por lo que comprendía a los arqueólogos o etnólogos dedicarse a su estudio.
Siguiendo esta línea, a principios del siglo XX Río y Achával (1904 ), en su obra sobre la geografía de Córdoba, describen a los comechingones como: indios débiles de cuerpo y muy sensibles á las influencias climatéricas, á tal punto que trasladados muchos de ellos de los lugares nativos á las regiones menos cálidas de la Sierra, sometidos todos á trabajos excesivos para su flojedad física e inauditos para su indolente salvajismo, poco tardaron en extinguirse como raza, obscura y silenciosamente, dejando por únicos recuerdos de su existencia algunas gotas de su sangre mezclada á la de los conquistadores y el nombre de sus caciques en los numerosos sitios que habitaron ( Río y Achával 1904 : 373).
Como contraparte, los autores plantean que los conquistadores “no fueron despiadados ni feroces ; tampoco lo fueron sus herederos”. Además, destacan su “valor, la altivez, la fuerza y la constancia heroica” ( Río y Achával, 1904 : 374). De esta forma, la conquista es explicada como una gesta en la que el hombre blanco y cristiano se habría impuesto frente a las poblaciones nativas, débiles y salvajes, lo cual justificaba el exterminio indígena.
- La obra de Rio y Achával ilustra cómo el ideal hegemónico que buscaba la invisibilización de los pueblos indígenas encontró en los discursos sobre el pasado la forma de justificar sus proyectos políticos -de aquel presente y del futuro- para la nación argentina.
- En resumen, este período se caracterizó por la creación del mito de una nación -y una provincia- blanca que, producto de los mestizajes sostenidos desde la época colonial, habría llevado a la extinción de los indígenas como tales.
La tarea del sistema educativo fue la de homogeneizar a la población en torno al mandato de la ciudadanía nacional y la persecución y estigmatización de todo aquello que no se contuviera en tal modelo. En ese contexto, se entiende el repliegue de las comunidades indígenas -que además fueron despojadas de sus tierras y de sus formas de organización social- frente a un contexto nacional y provincial no permeable al reconocimiento de los derechos y las identidades de colectivos étnicos y sociales que no se adaptaran a los preceptos de la modernidad y racionalidad capitalista.
De modo general, la invisibilización de las identidades indígenas no se dio únicamente como resultado de las políticas de homogeneización y blanqueamiento de la población promovidas por las elites dirigentes, sino que fue también una estrategia de supervivencia de los individuos y los grupos en un contexto social hostil hacia esas identidades y esos colectivos ( Escolar, 2011 ).
Recuperación del pasado comechingón en el siglo XX Identificamos un tercer momento clave para entender el proceso de invisibilización de lo indígena en Argentina, que puede ser ubicado en las décadas centrales del siglo XX. Mientras que desde los discursos hegemónicos forjados y consolidados hacia fines del siglo anterior se sostenía que los argentinos vinieron en los barcos, algunos antropólogos, etnógrafos e historiadores -muchos de ellos oriundos de las provincias del interior- buscaron recuperar el pasado prehispánico para visibilizar las raíces indígenas de cada región; raíces que, junto con la hispánica, conformaban la identidad criolla del interior del país ( Bernand, 2016 ).
- La Etnografía como disciplina científica emprendió una tarea de clasificación, comparación y sistematización de los diferentes grupos indígenas prehispánicos que habitaron en el país, utilizando como criterios distintivos la tríada lengua-territorio-cultura ( Nacuzzi y Lucaioli, 2017 ).
- Dentro de este paradigma, el mestizaje era sinónimo de la pérdida de la identidad.
De esta forma, se tendieron a esencializar y cristalizar ciertas características pretendidamente intrínsecas de las etnias, al igual que se fijó a los grupos a territorialidades fijas, en general asociadas con los diferentes territorios provinciales.
Como plantean Nacuzzi y Lucaioli ( 2017 ), este modelo recibió una rotunda aceptación en el ámbito académico pero también trascendió el discurso científico, alcanzando una difusión muy amplia entre las esferas educativas, los ámbitos culturales y los discursos oficiales. De este modo, se consolidó un imaginario social sobre los grupos indígenas como habitantes del pasado prehispánico y, por lo tanto, se afianzó la idea hegemónica del país sin indios,
El antropólogo Canals Frau (1953 ) arguye que, hacia mediados del siglo XX, los indígenas de Argentina se habían extinguido ya casi por completo, -salvo en la región patagónica y en el Chaco, donde estaban “en vías de su pronta y total desaparición”- por lo que sentencia que “pocos decenios más han de pasar, y todo lo que se relaciona con el indio de la Argentina será sólo leyenda, biología o historia ( Canals Frau, 1953 : 9).
Con respecto a su análisis sobre los comechingones, el autor plantea que la conquista produjo la pronta desaparición de aquellos indígenas, porque la mestización de los diversos grupos étnicos en el seno de las encomiendas facilitó la “dilución en la masa mestizada del antiguo Tucumán de nuestros simpáticos comechingones” ( Canals Frau 1953 : 424).
Aquí observamos cómo las percepciones sobre la supuesta pureza o esencia étnica de los grupos indígenas explican que, con el mestizaje, se lleve a su desaparición. Otros etnógrafos de la época presentan análisis semejantes, como Serrano (1945 ), quien dedica un libro entero a los comechingones.
- Allí analiza diversos aspectos de la etnia y de su cultura material y simbólica como: las diferencias étnicas con los sanavirones; sus caracteres físicos; las viviendas y formas de organización social; las actividades económicas y rituales; las relaciones “internacionales” y el lenguaje.
- Acorde con los preceptos de la disciplina antropológica de la época, las identidades étnicas eran descriptas como fijas e inmutables, portadoras de una suerte de esencia inmodificable; de allí que todos los cambios y mestizajes se comprendieran como desestructuraciones o pérdida de las identidades indígenas ( Nacuzzi y Lucaioli, 2017 ).
En Córdoba, en un período a caballo entre la erudición y la profesionalización de la disciplina histórica, Monseñor Pablo Cabrera fue un pionero en lo que respecta al estudio de los pueblos indígenas y a la historia colonial de la provincia.12 Cabrera plantea que, al momento de la conquista, habitaban en las sierras de Córdoba “numerosas tribus indígenas” a quienes cataloga como: los legendarios ‘moradores de las cuevas’, naures, olactas, sanavironas y comechingones ( rume-chingan), bárbaros, miserables, abyectos, en horamala, pero que se distinguían, no obstante, de sus circunvecinos, Quiloasas, Querandíes y Huarpes, Diaguitas, Juríes y Toconotés, por la dulzura de su carácter, la sencillez de sus costumbres y, otros rasgos étnicos en que se singularizaban, sobre todo, por una sobriedad extraordinaria, maravillosa, que dotaba a su fisonomía, de un sello aparte, de un relieve inconfundible ( Cabrera, 1920 : 233).
De esta forma, el autor identifica una multiplicidad de grupos que habían habitado en tiempos prehispánicos las sierras cordobesas -entre los que se encontraban los comechingones-, aunque no profundiza en las características propias de cada grupo. Por otro lado, tiene una mirada ambigua acerca de ellos, oscilando entre una postura abiertamente despectiva -“bárbaros, miserables, abyectos”- y otra que se emparenta con los discursos sobre el “buen salvaje” -“la dulzura de su carácter”, “la sencillez de sus costumbres”, “la sobriedad extraordinaria”.
En otro estudio posterior, Cabrera (1931 ) se interesa por el rastreo filológico y las posibles influencias incaicas en la cultura comechingona prehispánica, así como por las hibridaciones culturales con otros pueblos indígenas del territorio argentino.
Hacia mediados del siglo XX, en la provincia se comenzaba a profesionalizar la carrera de Historia, con figuras como Enrique Martínez Paz, Francisco Silva, Ceferino Garzón Maceda y Carlos Sempat Assadourian. Los últimos dos abrieron un camino en los estudios sobre la historia colonial de la provincia y de la región del Tucumán.
Otro investigador que se inclinó hacia la historia de la temprana colonia fue Aníbal Montes, quien -sin formación académica en Historia- dedicó muchos años de su vida a la historia de los indígenas y los conquistadores de Córdoba, rescatando valiosos documentos de los archivos y repositorios de la provincia.
- Sobre los comechingones, Montes ( 2008 ) plantea que fueron una de las dos raíces de la población cordobesa actual a la que denomina como la raza criolla,
- En este discurso nuevamente observamos que lo indígena se asocia con el pasado, que habría contribuido a formar una raza nueva pero que en ese proceso se extinguió convirtiéndose en “los antepasados nuestros” ( Montes, 2008 : 28).
Preocupado por recuperar la dignidad del pueblo comechingón que considera perdida, Montes se propone contar la verdad sobre la conquista de Córdoba; su objetivo es derribar las versiones que, según él, deformaron la historia de los antiguos pobladores de la región sosteniendo que vivían en cuevas como “trogloditas” ( Montes, 2008 : 53).
De hecho, como ya mencionamos, el autor sostiene que el etnónimo proviene de la palabra Camichingonia -entendida como “serranías con muchos pueblos”-, y no del vocablo sanavirón que designaba a los “hombres de las cuevas”. Para Montes resultaba muy importante desmentir esta idea, ya que “esta insistencia en hacer aparecer como salvajes trogloditas a los laboriosos camiares, resulta un viejo prejuicio que marca con un verdadero estigma a los precursores de los actuales criollos cordobeses” ( Montes, 2008 : 29).
En este sentido, el autor busca rescatar que los comechingones -a quienes a veces también nombra como camiares- eran indios sedentarios, agrícolo-ganaderos y que habían sido colonizados por los Incas, de quienes habrían incorporado algunos elementos culturales.13 De esta forma, los califica como “el campesinado autóctono” de Córdoba y ofrece una visión romantizada sobre ellos: “constituían todo un sistema agropecuario, dentro del cual vivían felices, disfrutando de una organización social fundada en el colectivismo familiar”, “eran pacíficos”, “abrazaron rápidamente la religión cristiana”.
Al mismo tiempo, y como contraparte, considera a los grupos sanavirones como los “intrusos invasores”, “forasteros” o “advenedizos” que intentaron durante siglos asentarse en “Camichingonia” ( Montes, 2008 : 70). Montes sentía un deber “patriótico e impostergable”, el de la reivindicación del pueblo comechingón históricamente estigmatizado; le interesaba rescatar a esta etnia como los verdaderos habitantes prehispánicos de Córdoba.
Aquí consideramos que su visión sobre lo autóctono y originario de los comechingones cordobeses de alguna manera es una idea compartida por el sentido común provincial y nacional, pues en la actualidad cuando se piensa en lo verdaderamente indígena en Córdoba los imaginarios se posan en lo comechingón.
Estas miradas de la antropología clásica y de la historiografía de mediados del siglo XX tuvieron alto impacto en los ámbitos escolares, en los medios de comunicación y también, como veremos, en la divulgación de la historia hasta por lo menos fines del siglo, articulándose y yuxtaponiéndose con los discursos que venían reproduciéndose desde mediados del siglo anterior.
Por ejemplo, en uno de los fascículos de la colección Historias de la Argentina secreta (1986) 14 se planteaba que en la época prehispánica los comechingones habían logrado construir un “precario imperio”, luego perdido en una “batalla histórica” con la conquista española.
Sin embargo, si bien no sale victorioso, tampoco es derrotado, sino que logra confundir su sangre con la del enemigo. Se produce así el milagro del amor. La primera “confusión” de sangre, esa que comúnmente llamamos “mestización”. Aborígenes y europeos se unen en familia. Así la raza desapareció, pero dejó su legado, que influye en cada acto, en cada gesto cotidiano de los habitantes del valle de Traslasierra.15 El fascículo en cuestión se dedica a recuperar el legado de los comechingones, a quienes se considera virtualmente desaparecidos aunque ciertos rasgos culturales y fisionómicos perviven en los habitantes actuales de la región.
De esta forma se busca recuperar de forma romántica los vestigios de una cultura extinguida tras el mestizaje que implicó la conquista europea -proceso que también se describe con asombroso romanticismo. De este relato se desprende la idea tomada de la antropología clásica en la que se concebía a las etnias como portadoras de una supuesta esencia racial que tras ser mestizadas desaparecían, aunque muchas tradiciones y costumbres de los antiguos comechingones continuasen en los actuales habitantes de Traslasierra: Pareciera que el trágico destino de este pueblo fuera el de la dispersión de su tradición, de su pasado, de su historia.
Sin embargo, todo esto se continúa, en una curiosa mezcla de sangres y costumbres, en los actuales habitantes de la región de Traslasierra.16 De esta manera, se sostiene que los comechingones desaparecieron al mestizarse con los conquistadores; sin embargo, mediante la “mezcla de sangres y costumbres” pervive una especie de esencia que puede vislumbrarse en algunas prácticas culturales y tradiciones de los actuales habitantes de la región.
Se reivindica de alguna manera la historia y la herencia de la etnia “extinguida”; sin embargo, este eufemismo no reconoce la presencia indígena actual en la región y, en consecuencia, niega a las comunidades contemporáneas la posibilidad de identificarse como miembros del pueblo comechingón, del que solo pueden aspirar a ser parte de su legado,
Haciendo un racconto de lo dicho hasta aquí, sostenemos que ya fuera desde miradas peyorativas que unían lo indígena a la barbarie, al atraso y al primitivismo que debía ser vencido por la civilización, ya desde otros discursos que intentaron recuperar a los pueblos indígenas como habitantes de un pasado prehispánico que forjó una parte de la identidad nacional o provincial, lo cierto es que la historia y el presente de los pueblos indígenas fueron constantemente silenciados e invisibilizados en los discursos hegemónicos de la Argentina.
Ambos imaginarios no son opuestos, ni tampoco se sucedieron cronológicamente. Consideramos, en cambio, que estas representaciones sobre el ser indígena en muchos casos son superpuestas y se relacionan tanto con elementos de abierto racismo y discriminación como también con la ignorancia de muchas generaciones que fueron educadas en el paradigma de la nación blanca y europea.
- Estos discursos y representaciones han calado hondo en los imaginarios de la nacionalidad argentina y, en nuestro caso específico, también al interior de la provincia de Córdoba.
- No es casual, entonces, que los propios sujetos se hayan escondido e invisibilizado también bajo los designios hegemónicos que consideraban a los indios como primitivos y arcaicos o bien como recuerdos románticos de un pasado remoto; en cualquiera de los casos no tenían lugar ni cabida en el país moderno y capitalista que se consideraba la Europa de América Latina,
Los comechingones en el siglo XXI En la actualidad, en Argentina se están desarrollando numerosos procesos de reemergencia indígena.17 Estos procesos discuten y cuestionan los discursos oficiales y hegemónicos que continúan pregonando la extinción de los indígenas y se refieren a un país cuyos habitantes “llegaron en los barcos”.
Contrariamente a lo que pronosticaban hace algunas cuantas décadas los especialistas, los pueblos indígenas no sólo no se han extinguido sino que muestran una fuerza que crece conforme se organizan, luchan por el reconocimiento de sus derechos y disputan los sentidos hegemónicos que los ha invisibilizado y discriminado durante cinco siglos.
La reemergencia se ha visto alentada, a partir de la década de 1990, por las nuevas condiciones de la modernidad y por un cambio en las políticas de reconocimiento emanadas desde los Estados que adscribieron al Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).18 En el caso de la Argentina, la adhesión a dicho convenio en 1992 y la reforma constitucional de 1994 implicaron avances concretos en las políticas de reconocimiento de los pueblos indígenas (artículo 75, inciso 17 de la Constitución Nacional).19 En este contexto, en las últimas décadas se ha visto un crecimiento exponencial de los procesos de reemergencia de comunidades comechingonas que reclaman por sus derechos comunales y su personería jurídica.
Estos procesos son fenómenos muy recientes y más reciente aún es su reconocimiento por parte del estado provincial y nacional.20 Sin intenciones de profundizar en los diversos procesos de reemergencia, proponemos aquí un breve resumen sobre la situación actual de las comunidades que se identifican como comechingonas en la provincia de Córdoba.
Con sólo analizar los censos nacionales de este siglo XXI (el Censo Nacional de 2001, la Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas (ECPI) de 2004-2005, y el Censo Nacional de 2010), observamos un incremento muy notable de la población que se adscribe a la etnia en cuestión, con un salto significativo en unos pocos años.21 Con respecto a las comunidades indígenas reconocidas por el Estado, en 2009 se comenzó con el otorgamiento de la personería jurídica a las comunidades comechingonas ( Palladino, 2013a ) y recién en 2015 se legisló en ese sentido en la esfera provincial, con la creación del Registro de Comunidades de Pueblos Indígenas de la Provincia de Córdoba (Ley 10.316).
En el último relevamiento de comunidades indígenas realizado por el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), se reconocen diez comunidades comechingonas con personería jurídica; nueve de ellas son únicamente de comechingones mientras que la restante se adscribe a las etnias comechingona y sanavirona.22 Palladino (2013 a y b, 2018, 2020 ) y Bompadre (2013 ) analizan los procesos de reemergencia comechingona en la actualidad y contribuyen a dotar de nombres propios y de experiencias de vida y lucha comunitaria a dichos procesos que, como en otras regiones del país, se están desarrollando en la actualidad.
Sin embargo, más allá de estos avances en la legislación nacional e internacional y de los procesos de emergencia y reemergencia de muchas comunidades, aún queda un largo camino para lograr dejar atrás los prejuicios y las ideas dominantes en torno a lo indígena, moldeadas durante siglos sobre nociones peyorativas como las de bárbaro y primitivo surgidas en la conquista, y combinadas con largos procesos de invisibilización y de negación de su historia y de su presente.
Estos discursos fueron repetidos hasta el hartazgo en las aulas argentinas prácticamente hasta la actualidad.23 Para el caso cordobés, Stagnaro (2011 ) analiza la construcción de las representaciones hegemónicas acerca de lo comechingón. Tomando los discursos de diversos manuales escolares, la autora concluye que todavía a principios del siglo XXI se continuaba reproduciendo la idea de que lo indígena era cuestión de un pasado asociado con el atraso : taparrabos, arcos, flechas, tolderías.
Otro ejemplo de la reproducción del modelo hegemónico sobre lo indígena en el plano escolar cordobés lo aporta Pablo Rosalía, referente de la Asociación Relatos del Viento, en alusión a una típica excursión realizada por las escuelas al Cerro Colorado, donde se encuentran pinturas rupestres de la época prehispánica: es una visita casi obligatoria para los colegios de Córdoba.
- Para los chicos es fácil asociar las pictografías (indígenas) que hay allí o los morteros con la historia de la zona.
- Pero hay una disociación respecto a ellos.
- Piensan: ‘Los que hicieron esto son unos que vinieron antes que nosotros, pero no tienen nada que ver conmigo’.
- Y lo hacen desde la más sana inocencia.
Nadie les enseñó otra cosa.24 Coincidimos con Nagy (2017 ) en el impacto que este tipo de educación tiene a la hora de comprender y aceptar a los procesos de remergencia indígena como reclamos genuinos y verdaderos; luego del discurso histórico oficial de la nación sin indios estos procesos de reemergencia suelen ser vistos como oportunistas y falsos.
Consideraciones finales En este trabajo nos propusimos realizar un recorrido a lo largo de un amplio período temporal -entre los siglos XVI y XXI- deteniéndonos en diferentes momentos o nodos históricos en los que se construyeron diversas representaciones hegemónicas sobre los indígenas, centrándonos particularmente sobre los comechingones de la provincia de Córdoba.
Nuestra intención consistió en analizar ciertos momentos o procesos clave en la creación de los imaginarios en torno a los indios : primero, un proceso de etnogénesis y etnificación de los diferentes grupos nativos bajo el etnónimo comechingón durante la conquista española, que fue abandonado luego por el rótulo supraétnico de indio ; luego, un largo período de invisibilización y represión de lo indígena, considerado como lo bárbaro y primitivo -que comenzó hacia mediados del siglo XIX en el contexto de formación y consolidación del estado y continuó con algunas modificaciones en los imaginarios hegemónicos hasta, por lo menos, las décadas centrales del siglo pasado-; finalmente, a partir de los aportes de la etnografía clásica y de la historiografía de mediados del siglo XX, una representación de lo indígena anclada en el pasado remoto, sin presente y sin futuro.
- En el último apartado, nos detuvimos en la reemergencia de las comunidades comechingonas en el contexto actual, que generaron -y aún generan- sensaciones de asombro y sospecha en una sociedad que se considera libre de indios,
- Si bien la legislación de las últimas décadas ha avanzado en el reconocimiento de los pueblos indígenas de Argentina y de otros países latinoamericanos, aún estamos muy lejos de terminar con la discriminación y el racismo que continúan anclados en nuestra sociedad.
Este tipo de discursos, que ocultan la violencia sobre los pueblos indígenas y tergiversan los acontecimientos históricos, contiene además una profunda carga ideológica que reproduce la idea de la lucha entre civilización y barbarie pero ahora en el siglo XXI.
- En ese sentido, consideramos que el viejo mito de que los argentinos venimos de los barcos se da de bruces con la realidad, que día a día nos muestra nuevos movimientos de reivindicación étnica en diferentes regiones del país.
- Esta realidad inaugura la posibilidad de empezar a pensarnos como un país pluriétnico y multicultural, que, en términos de Bartolomé ( 2003 : 181), “no necesite mitificar los aspectos étnicos de su pasado y de su presente, sino que los acepte tal como son”.
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Capítulo 4: Córdoba Colonial
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¿Cómo era la esclavitud en Córdoba?
Desde la época colonial la ciudad de Córdoba fue un importante centro de compra-venta de mano de obra esclava. Este lugar fue un punto nodal dentro de la distribución hacia la zona de Chile y, principalmente, hacia las ricas minas del Potosí.
¿Qué pasó con los comechingones en Córdoba?
La trágica historia de los comechingones en el valle de Ongamira – LA NACION 4 de julio de 2019 02:37 Sanar o morir. Ese era el dilema en el valle de Ongamira, donde los comechingones escribieron la historia con sangre. Cuando querían sanar, se curaban en el que consideraban un gran hospital natural, gracias a la diversidad de suelos y a la sapiencia de médicos y chamanes.
- Decían que la hierba siempre estaba aguardando por el hombre”, recuerda Marcelo Pérez Unamuno, anfitrión de,
- Cuando querían despedirse según sus preceptos, hacían caso al sonido de una rama quebrándose a la altura del ombligo.
- Nueve meses después subían el cerro Charalqueta -un promontorio enigmático y cautivante- y se encontraban con el chamiquero, que les preparaba una poción que los ayudaba a saltar al vacío.
Si los cuerpos no aparecían, se habían integrado al todo. Ascenso al cerro Colchiqui o Charalqueta, símbolo de la resistencia de los comechingones. Guillermo Llamos – Lugares Las muertes se volvieron involuntarias en 1574, cuando los conquistadores al mando de Blas de Rosales irrumpieron en busca de oro y tierras.
- Los comechingones lo mataron y, otra vez rodeados, resistieron bajo el mando del cacique Onga.
- Escaparon a los cerros, pero los invasores subieron a caballo.
- La expedición del capitán Antonio Berriú “fue al castigo de los indios de Ungamira y Canumbascate que () se habían hecho fuertes en un peñón muy áspero y alto”.
Decididos a terminar la faena, embistieron con espadas y arcabuces por la ladera del poniente. El 19 de diciembre desataron la matanza de 1.800 mujeres, hombres, ancianos y niños. Algunos se tiraron desde la cima: morían libres antes que esclavizados. El Charalqueta, que significaba “felicidad”, pasó a llamarse Colchiqui, “manto de sangre” o “dios maléfico del valle”. Las Grutas de Ongamira. Guillermo Llamos – Lugares Encaramos el ascenso un día de otoño a las 7 de la mañana, con la luna bien arriba y el canto de los gallos en el momento más álgido. En medio de un frío intenso, la última cumbre de la cadena de las Sierras Chicas (1.575 metros) luce como un imán entre farallones gigantes.
Vista panorámica del valle de Ongamira desde el mirador de La Calavera. Guillermo Llamos – Lugares Montaña abajo, es fácil comprobar que el influjo de su leyenda atrapó a las nuevas generaciones de visitantes. Los locales, sin embargo, son apenas 40. Cuando les preguntan por las ventajas de su casa, responden con los consabidos “paz”, “tranquilidad” y “contacto con la naturaleza”.
- Pero es difícil eludir la sensación de que hay algo que no vemos.
- ¿Por qué viven tan pocas personas en un lugar tan bello?”, se pregunta el vecino Juan Carlos Asís en un documental de la brasileña Raquel Gerber.
- Ongamira tiene una fuerza tremenda.
- A algunos los atrae y a otros los corre”.
- Algunos de sus secretos se adivinan en la historia de las celebridades que llegaron atraídas por Deodoro Roca, precursor de la Reforma Universitaria.
Pablo Neruda fue ambiguo. Disfrutaba de cazar chanchos salvajes con los baqueanos, aunque también definió a este valle como “el lugar más triste del mundo”. Atahualpa Yupanqui lo recordó como “un pago de ranchos apretados entre rojizos terrones que copiaban las formas de una extraña fauna”. Cabalgata por la estancia Dos Lunas, en el valle de Ongamira. Guillermo Llamos – Lugares A algunos les gusta creer que aquello de la ausencia del tiempo inspiró a Albert Einstein a escribir la Teoría de la Relatividad. El físico alemán llegó en abril de 1925, en un viaje por las sierras que incluyó al Hotel Edén, de La Falda, junto a una comitiva de universitarios porteños.
- Tuvo un acercamiento al valle, con la comunidad indígena que quedaba de esa época”, dice Marcelo.
- Lo atrajeron las particularidades de cómo veían la vida”.
- Antes de la despedida pasamos por las Grutas de Ongamira: cinco promontorios rocosos que enmarcan la entrada a este laberinto de grietas cretácicas, antes hogar comechingón, hoy de cóndores peregrinos.
Después de subir los escalones tallados en piedra hacia el mirador de La Calavera, se abre una vista completa del valle arbolado, surcado por el río y puntuado por el ganado disperso. Otra vez abajo, remontamos un cauce seco hasta la Cueva del Indio, donde sorprende una docena de morteros que se usaban para moler granos, espejar las estrellas y guiarse en las ceremonias de iniciación.
¿Dónde dormian los esclavos en la epoca colonial?
Por la noche, los encerraban en los bagnios (corrales de esclavos ), donde dormían en el frío suelo de piedra.
¿Dónde vivían los esclavos en la época colonial?
Los negros en la historia colonial rioplatense Los negros y las negras de origen africano fueron actores sociales importantes en la sociedad rioplatense durante los períodos colonial y criollo. Sus aportes fueron relevantes tanto en el plano de la economía como en el de la sociedad y la cultura.
Sin embargo, en las escuelas suele presentárselos en forma descontextualizada y anecdótica, dándoles un tratamiento estereotipado como vendedores ambulantes o sirvientes de la elite colonial. En esta propuesta le brindamos una alternativa para enriquecer su abordaje. En la época colonial existió en el área rioplatense un número de negros mucho mayor del que generalmente se cree.
En algunos momentos, en las ciudades de Tucumán, Santiago del Estero, Córdoba y Catamarca, los negros llegaron a representar cerca de la mitad de la población. También fueron numerosos en la ciudad de Buenos Aires. Pero, ¿de dónde venían?, ¿por qué abandonaron sus lugares de origen para trabajar para otros como esclavos?, ¿quiénes los compraron y para qué?, ¿dónde se instalaron?, ¿cuáles fueron sus ámbitos de sociabilidad y sus posibilidades de recuperar la libertad? Para responder a estas preguntas y enriquecer el conocimiento de este grupo de la sociedad colonial rioplatense, le presentamos tres fichas.
De África a América En África, las personas más ricas y poderosas tenían esclavos para utilizarlos como soldados en las guerras o como una forma de demostrar su poder y su prestigio. ¿Cuáles eran los motivos por los que alguien se convertía en esclavo? Podía ocurrir que algunos prisioneros de guerra fueran convertidos en esclavos; también se podía caer en la esclavitud por castigo de un jefe; y, otras veces, debido a situaciones de extrema pobreza, las personas ¡eran vendidas como esclavos por sus propias familias! Pero no sólo algunos africanos estaban interesados en tener esclavos.
También, en América, se los buscaba para hacerlos trabajar en las plantaciones bananeras y algodoneras, en la producción azucarera o en las peligrosas tareas de las minas de oro y plata. Fue así que muchos europeos decidieron dedicarse a comprar esclavos en África para venderlos en las regiones donde se necesitaban trabajadores, y esto ocurría en muchos lugares de América.
Primero fueron los portugueses y más tarde los holandeses, los ingleses y los franceses los que decidieron explotar este comercio de hombres. Durante los viajes en barco a través del Atlántico, los esclavos fueron sometidos a maltratos y abusos. Incluso, muchos de ellos murieron durante el viaje. Los negros en el Río de la Plata En otras regiones de América, como el Caribe, el Brasil o algunas zonas de los Estados Unidos, la esclavitud estaba mucho más extendida que en el Río de la Plata y, por lo tanto, había mucha mayor cantidad de esclavos.
Al área rioplatense, los esclavos ingresaban sobre todo por el Puerto de Buenos Aires. Algunos eran vendidos en los mercados de la ciudad, mientras que la gran mayoría era trasladada y vendida en otras regiones, como Tucumán, Córdoba, Mendoza, el Alto Perú (hoy Bolivia) o Chile.
- El precio de los esclavos variaba de acuerdo con el sexo, la edad, la estatura, la salud y las condiciones físicas y, por supuesto, también dependía de la habilidad que tuvieran los vendedores para negociar.
- Durante los primeros tiempos de la colonia, hubo muchos más esclavos en el Tucumán que en Buenos Aires.
Y esto se debió a que la región del Tucumán era muy próspera porque estaba económicamente relacionada con la riquísima mina de plata de Potosí, en el Alto Perú. Buenos Aires, en cambio, era sólo una ciudad puerto con escaso desarrollo. Recién hacia el final del período colonial, cuando Buenos Aires comenzó a crecer y a desarrollarse, la esclavitud se hizo allí mucho más importante.
¿Por qué en estas distintas regiones rioplatenses la gente quería tener esclavos? Pues para hacerlos trabajar a su servicio. En las ciudades, la gran mayoría de los esclavos trabajaba en las casas de los españoles ricos en tareas domésticas. También era frecuente que los amos alquilaran a sus esclavos para que hicieran trabajos artesanales en talleres zapateros, carpinteros, sombrereros, panaderos, costureros o talabarteros.
Claro que el sueldo del esclavo ¡iba a parar a manos de su amo! Algunos dueños de estos talleres tenían sus propios esclavos y solían dedicar mucho tiempo, a veces un par de años, a enseñarles el oficio. Además, ¡era importantísimo que les enseñaran a hablar el castellano! Pero no solamente había esclavos en las ciudades.
- También en los campos había muchos más esclavos de los que habitualmente se piensa.
- Allí, sus amos, quienes muchas veces pertenecían a órdenes religiosas (como los jesuitas), los hacían trabajar en diversas tareas de las estancias y las fincas.
- Generalmente, los trabajos en el campo fueron los más duros y agotadores.
La vida más de cerca Generalmente los esclavos eran sometidos a largas y agotadoras jornadas de trabajo y recibían a cambio muy mala alimentación y asistencia. Debido a este maltrato su salud solía ser muy débil y muchos morían siendo muy jóvenes e incluso niños.
- Los esclavos gozaban de algunos derechos, por ejemplo: podían comprar su libertad, tener propiedades, acudir a la justicia y exigir que sus amos los vendieran en caso de maltratos.
- Pero, frecuentemente, estos derechos no eran respetados.
- La vida y la suerte de cada esclavo dependía de diversos factores: si vivía en la ciudad y si sabía hablar castellano y había aprendido un oficio, su situación seguramente era mucho mejor que la de aquel que vivía en el campo haciendo trabajos pesados.
Además, no todos los amos trataban a sus esclavos de la misma manera, y algunas personas de color fueron peor tratadas que otras. Por otro lado, la posibilidad de ahorrar dinero era la llave para acceder a la libertad. No todos los negros llegaban de la misma región de África.
Y, si bien cada región tenía sus propios dialectos, creencias y costumbres, todos los africanos pertenecían a una misma cultura y sentían que tenían muchísimas cosas en común. Es por eso que organizaron reuniones y otras diversas formas de encuentro y de celebración de su origen y su pasado. Las cofradías, por ejemplo, eran reuniones que se realizaban de una a dos veces por semana.
Allí se organizaban funerales, misas y se asistía a los enfermos. Como las cofradías funcionaban en iglesias y conventos, los ricos y las autoridades coloniales apoyaban estos encuentros porque pensaban que ésa era una buena forma de mantener a los esclavos controlados.
También se organizaban candombes y bailes para los carnavales, lo que mantenía viva la cultura africana. Los candombes, que al principio fueron practicados a espaldas de las autoridades, en determinado momento se convirtieron en una actividadpública, incluso incorporada a las fiestas de la Iglesia. Aunque la mayoría de los esclavos eran negros, también había esclavos mulatos, es decir, hijos de negra y blanco.
Y aunque la gran mayoría de los negros eran esclavos, también había negros que eran libres. Uno de los mecanismos para alcanzar la libertad fue su compra en metálico. Sin embargo, el precio a pagar era muy alto y no fueron muchos los que pudieron juntar la cantidad de dinero suficiente.
Los que llegaron a reunirlo, muchas veces lo hicieron con la ayuda del dinero recibido de las cofradías. También podía ocurrir que varones negros se casaran con mulatas libres o con indias y, entonces, sus hijos nacían libres porque la condición de esclavo se he redaba por vía materna. La vida de los negros libres no necesariamente era mejor que la de los esclavos.
Como muchas veces los amos estaban interesados en conservar a sus esclavos por mucho tiempo, se cuidaban de alimentarlos razonablemente bien. En cambio, la vida de un negro o mulato libre podía ser muy dura, ya que conseguir trabajo era difícil y mucho más complicado conseguir un trabajo que brindara alguna posibilidad de prosperar.
- Actividades sugeridas para el aula La información que le hemos brindado en estas fichas de lectura ofrece diversas posibilidades para que usted planifique sus actividades en el aula.
- Podrá elaborar textos expositivos adaptados a las posibilidades de compresión de los alumnos de cada año del primer ciclo y leerlos en voz alta para los alumnos más pequeños.
En el caso de los alumnos del tercer año, podrá ofrecer los textos para una lectura individual o grupal en voz alta según el nivel lector de los niños. Es recomendable que previamente a la lectura de cada texto, realice una introducción y contextualización del tema, lo relacione con contenidos ya trabajados en el aula.
Le sugerimos que acompañe la introducción con mapas para que sus alumnos puedan localizar espacialmente el escenario en el que se desarrollaba la vida de los negros. Si tiene oportunidad, incentive la lectura de las fichas mediante ilustraciones sobre el tema que podrá encontrar en libros de texto del Segundo Ciclo y en manuales, enciclopedias o revistas*.
Actividades sugeridas para los alumnos de primer año A partir de los contenidos de la Ficha 1
Ubicar en un mapa mundial los continentes africano y americano y el océano Atlántico. Representar mediante dibujos cómo viajaban los esclavos de un continente a otro y señalar con flechas la dirección del viaje y la ubicación del puerto de Buenos Aires.
A partir de los contenidos de la Ficha 2
Analizar imágenes relacionándolas con los textos analizados. Para esta actividad será preciso que los alumnos cuenten con imágenes e ilustraciones de los sujetos propietarios de esclavos, tanto de áreas rurales como urbanas. En estas tareas, usted podrá ayudar a los chicos con preguntas del tipo: ¿quién es esta persona?, ¿vive en el campo o en la ciudad?, ¿qué actividades realiza?, ¿para qué necesita esclavos?, ¿dónde los compra?
A partir de los contenidos de la Ficha 3
Reconocer en imágenes de negros o mulatos las diferentes actividades económicas en las que se desempeñaban. Para ello, es preciso que los alumnos cuenten con un conjunto de tres o cuatro ilustraciones. Si los alumnos escriben, puede pedirles que redacten brevemente de qué se ocupa cada uno de los personajes que intervienen. Además, podrá complementar la actividad con un plano de la ciudad donde ubicar a los personajes en diferentes situaciones y escenarios: la plaza, el mercado, el taller artesanal, etc.
Actividades sugeridas para los alumnos de segundo año A partir de los contenidos de la Ficha 1
Localizar en un mapa del Virreinato el puerto de Buenos Aires y aquellas ciudades donde la esclavitud fue numéricamente relevante durante el período colonial.
A partir de los contenidos de la Ficha 2
Justificar si las siguientes afirmaciones son verdaderas o falsas:
Durante la época colonial, en el Río de la Plata vivían más negros que en cualquier otro lugar del continente americano. Todos los esclavos eran vendidos al mismo precio. Todos los esclavos eran artesanos. Algunos esclavos lograban comprar su libertad.
A partir de los contenidos de la Ficha 3
Responder preguntas tales como: ¿qué derechos tenían los esclavos?, ¿cuáles eran las vías por las que podían acceder a la libertad?, ¿la libertad aseguraba una mejor vida?, ¿qué eran las cofradías?
Actividades sugeridas para los alumnos de tercer año A partir de los contenidos de la Ficha 1Responder las siguientes preguntas:
¿Cuáles eran los motivos por los que la gente perdía su libertad? ¿Por qué los europeos estaban tan interesados en conseguir esclavos? ¿ qué lugares los llevaban y para qué?
A partir de los contenidos de la Ficha 2
Localizar en un mapa de América todas las ciudades y regiones que recibieron contingentes de esclavos.
A partir de los contenidos de la Ficha 3
Justificar si las siguientes afirmaciones son verdaderas o falsas:
Todos los negros eran esclavos. Todos los esclavos eran negros. Obtener la libertad era una garantía para vivir mejor. Todos los esclavos pudieron comprar su libertad. La esclavitud era hereditaria y se transmitía por vía paterna.
Trabajo integrador para los alumnos de segundo y tercer año Con los alumnos de segundo y de tercer año usted podrá desarrollar una actividad que integre el contenido de las tres fichas. La propuesta consiste en que los alumnos escriban un cuento sobre la vida de un hombre negro que haya vivido en Buenos Aires o en el Tucumán colonial.
- Para ello, sugerimos que, previamente, guíe a los alumnos con preguntas que los ayudarán a encuadrar y organizar el relato.
- Con esta finalidad, a continuación le proponemos algunas: ¿Cómo se llama el personaje?, ¿cuántos años tiene?, ¿dónde nació?, ¿a qué se dedica?, ¿con quién vive?, ¿qué habilidades tiene? En caso de que este hombre sea esclavo, ¿cómo se lleva con sus amos?, ¿cómo es su vida social?, ¿cómo está compuesta su familia?, ¿cuáles son sus sueños?, ¿qué posibilidades tiene de cumplirlos? *En la Revista Todo es historia del mes de abril de 2000 encontrará ilustraciones y un amplio tratamiento del tema que le podrá servir para consultar.
La confección de las propuestas fue realizada sobre la base de los contenidos de esa revista.
¿Dónde vivían los esclavos?
El comercio de esclavos africanos – El comercio triangular sirvió económicamente los intereses de las colonias americanas y era base del sistema de producción de las plantaciones así como del crecimiento preindustrial en Europa, Se trata del camino de los barcos entre los puertos de Inglaterra, Portugal, España y Francia, hacia el Caribe, una vez cargados por la costa oeste de África,
Con la llegada y conquista de América, por parte de los europeos, se trazaron planes de expansión que exigían mano de obra barata. En un principio se esclavizó a los pueblos indígenas americanos pero la legislación española se planteó muy pronto la licitud de dicha práctica (gracias a los escritos de Bartolomé de las Casas y de la Escuela de Salamanca ), e hizo que se importaran personas esclavizadas de África, que además tenían mayor resistencia física y a las enfermedades, especialmente las tropicales, comenzando así un comercio a gran escala de esclavos africanos: el comercio negrero,
Hacia el siglo XVII, hubo un gran incremento en el número de esclavos debido a su importancia como mano de obra, en las explotaciones agrícolas de gran extensión (sistema de plantaciones) en América del Norte, América del Sur y, principalmente, en el Caribe,
- No hay consenso sobre las cifras de la esclavitud en la época moderna.
- Se han propuesto 60 000 000 (sesenta millones) de secuestrados, de los cuales 24 000 000 (veinticuatro millones) fueron a parar a América, 12 000 000 (doce millones) a Asia y 7 000 000 (siete millones) a Europa, mientras que los 17 000 000 (diecisiete millones) restantes fallecerían en las travesías.
Este incremento en el comercio negrero fue acompañado, en la mayoría de los casos, por una fuerte ideología racista : los negros eran considerados seres subhumanos, asimilados frecuentemente a animales, sin tan siquiera poder ser considerados sujetos de derecho y por lo tanto considerados, jurídicamente, como meros objetos o cosas.
Aunque especialmente, el debate estaba inicialmente en si los individuos de raza negra tenían alma humana, puesto que en caso afirmativo esta actividad sería considerada ilegal por la Iglesia, lo que llevó a un fuerte movimiento para afirmar que las personas de raza negra no tienen alma. En el caso de los indígenas de América, se había decidido que tenían alma, por lo que no se les podía esclavizar.
De hecho, era costumbre en muchas plantaciones explotar al esclavo bajo severas condiciones hasta su muerte, pues salía más barato comprar nuevos esclavos que mejorar sus condiciones de vida, existiendo asimismo seguros que cubrían los denominados accidentes.
- La fuente de esclavos fue África, y la isla de Gorea, colonia francesa, fue el lugar preciso donde se estableció el mercado de esclavos, también conocido como el lugar sin retorno y donde se separaban definitivamente las familias desintegradas por la esclavitud.
- De forma similar, los árabes mantuvieron un importante tráfico de personas esclavizadas africanas, tanto a través de rutas cruzando el Sahara como a través de la costa oriental de África, fundamentalmente la Isla de Zanzíbar,
Este comercio se extendió desde el siglo VII hasta el siglo XX y alcanzó proporciones similares o superiores al comercio negrero del Atlántico.
¿Cómo se organizaban la sociedad en la época colonial?
Secuencia didáctica interdisciplinaria: La sociedad colonial americana El trabajo interdisciplinario propuesto a continuación, consiste en analizar y construir juntos conocimientos sobre “La sociedad colonial y el rol de la mujer”. Veremos juntos los distintos “sectores” (españoles, mestizos, negros, originarios) que conformaban la sociedad colonial americana, y las formas de discriminación instaladas que estaban normalizadas (a la gente se la calificaba “por su color de piel”, recuerden además que existía la esclavitud).
- También podremos analizar cómo se comienza a conformar la identidad americana.
- Por último, veremos el rol de la mujer en este período histórico.
- Planteamos una primera pregunta para reflexionar: ¿Por qué creen que en los libros donde estudiamos sólo se cuentan las historias de los hombres blancos “que hicieron la Patria”? (en estos relatos no hay mujeres, ni negros, ni originarios, ni jóvenes) ¿Comenzamos? PRIMERA PARTE: El siguiente es un video sencillo y corto que ayuda a comprender la época estudiada: https://www.youtube.com/watch?v=XJ1CM1LzeL4 La sociedad colonial americana: características, diferencias y privilegios, etc.
La corona española organizó en sus colonias una economía básicamente extractiva, orientada a traspasar recursos producidos en la colonia a la metrópolis a través de un sistema comercial monopólico. Este sistema condicionó las formas y los tipos de producción americano; como también, los diferentes tipos de relaciones sociales presente en el continente.
- Al finalizar el período de conquista, los españoles impusieron en América el modelo estamental que regía en Europa.
- En un principio, la sociedad fue dividida en dos grandes grupos según el origen étnico: los blancos (españoles) y los indígenas.
- Con el tiempo, la incorporación de otros grupos étnicos (africanos) y la mezcla entre ellos dieron lugar a un complicado abanico de diferencias étnicas que establecieron una sociedad de castas.
Las diferencias estamentales implicaban una rígida estratificación, ya que los derechos y obligaciones de cada grupo dependían de su origen étnico. Existían escasas posibilidades de movilidad social, es decir, era muy improbable que un individuo pudiera cambiar su posición social hacia otra de mejor condición. Los hombres y mujeres blancos ocupaban el estrato superior de la sociedad colonial. Con el correr de los años, al formarse familias en las colonias, aparecieron los blancos nacidos en América. A partir de entonces, se distinguían a los blancos entre peninsulares (nacidos en España) y criollos (hijos de españoles nacidos en tierra americana).
Los blancos, varones, se reservaban las ocupaciones más lucrativas; eran propietarios de haciendas, estancias y plantaciones; podían incursionar en el comercio, tanto interno como ultramarino, y, no debemos olvidarnos del derecho que tenían a ejercer algún cargo público si eras peninsular. Las familias blancas más importantes de cada ciudad colonial estaban relacionadas entre sí por medio del parentesco y el compadrazgo.
Buscaban casar a sus hijas e hijos con miembros de otras familias importantes, como forma de consolidar su fortuna y preservar o mejorar su posición social. Esos vínculos servían para obtener la posibilidad de ejercer algún nombramiento en la administración pública o para establecer redes de negocios.
ul> Castas: Estratificación social rígida que se organiza únicamente a través de criterios de nacimiento. Compadrazgo: Vínculo que relaciona al padrino o a la madrina de bautismo de un niño o niña con el padre o la madre de este/a.
Los indígenas ocupaban una posición inferior dentro de la sociedad y estaban obligados al pago de tributo y al cumplimiento de trabajo forzado. Sin embargo, existían diferencias entre una elite indígena formada por los caciques, curacas o jefes de las comunidades y el resto de la población.
Desde la conquista, las autoridades españolas habían fortalecido las diferencias de esta élite, ya que se valían de ella para cobrar tributos y organizar las formas de trabajo forzado. Los negros habían sido traídos por la fuerza al continente americano para trabajar como esclavos en las plantaciones y también en el servicio doméstico.
Sus descendientes, nacidos en suelo americano, formaban una parte importante de la población en las colonias, en especial, en las regiones con costas sobre el mar Caribe, Brasil y el Río de la Plata. En las colonias americanas comenzó un proceso llamado mestizaje en los primeros tiempos de la conquista. El uso de este término se relaciona con dos cuestiones distintas. La primera se refiere a personas cuyos padres son considerados de diferentes grupos étnicos.
La segunda cuestión tiene que ver con la combinación o fusión de elementos culturales de distinto origen. Esto es visible, por ejemplo, en el arte de las iglesias americanas. En las primeras expediciones de conquista vinieron pocas mujeres europeas por eso, muchos conquistadores “tuvieron” hijos con mujeres indígenas, que comenzaron a ser llamados mestizos.
Luego, también hubo hijos de blancos y africanos (llamados mulatos) y de africanos e indígenas, conocidos como zambos. Durante el siglo XVIII, en las colonias españolas, se estableció un sistema de castas cada vez más complejo, según el grado de parentesco atribuido a los grupos blanco, indio o negro de cada persona.
Mestizaje: Proceso en el que personas consideradas de distintos grupos étnicos tienen descendencia en común, considerada mestiza, es decir, “mezclada”. En su origen el término era discriminatorio.
Gráfico donde se visualiza la sociedad colonial. ACTIVIDADES: Una vez leído el material bibliográfico responder 1) Proponemos que se reúnan en grupo de manera virtual y que se caractericen (vestimenta, actividades que realizaban, etc.) Algún o algunos sectores de la sociedad colonial americana.
Se pueden filmar, sacar fotos o utilizar alguna aplicación como Tik Tok.2) ¿Cuál crees que fue la razón principal por la que los Mestizos tenían un estatus social más “reducido”?.3) Ver y analizar el video del inicio y responder. ¿Por qué se sostiene que la sociedad colonial era rígida y estratificada? ¿Existía la posibilidad de ascenso social?.
Bibliografía:
Educación Secundaria: 2do, 3er y 4to año / 1a ed. – Santa Fe: Ministerio de Educación de la Provincia de Santa Fe, 2020. Libro digital, PDF – (Seguimos aprendiendo en casa)
https://www.lifeder.com/caracteristicas-sociedad-colonial/ https://www.cultura.gob.ar/mariquita-sanchez-de-thompson-patriota-y-feminista_6763/ BARRANCOS DORA. Mujeres argentinas: de espectadoras a protagonistas
https://www.sophiaonline.com.ar/mujeres-argentinas-de-espectadoras-a-protagonistas/
MARIQUITA SÁNCHEZ DE THOMPSON. (2000) Colección Grandes protagonistas de la historia argentina, (dirigida por Félix Luna). Buenos Aires: Planeta. SÁENZ QUESADA, M. (1995). «Recuerdos del Buenos Aires virreinal». Mariquita Sánchez. Vida política y sentimental. Buenos Aires: Sudamericana.
SOCOLOW, S. (1991). Los mercaderes del Buenos Aires virreinal: familia y comercio. Buenos Aires: Ediciones de la Flor.
¿Cómo era la sociedad colonial en Tucumán?
La ciudad a principios del siglo XVIII. La habitacin y las mercedes. – La ciudad evolucion con el siglo. A principios de 1700, la ciudad haba sido recin trasladada y deba ser construida de nuevo, tanto fsica como simblicamente. La ciudad colonial, y San Miguel de Tucumn como tal, formaba parte de una red de dominio, lo que implicaba un poblamiento intencional con una funcin especfica y caractersticas no espontneas: era el centro de poder, de articulacin y definicin de la regin que subordinaba era la seguridad de la presencia de la cultura europea y de la construccin de una sociedad artificiosa, con caracteres cuidadosamente delimitados y legislados.
- Formalmente era la residencia de la elite, blanca de piel y europea de cultura, que bajo ninguna condicin estaba dispuesta a resignar su espacio.
- San Miguel de Tucumn en el nuevo sitio de La Toma tena un trazado inicial ideal de nueve cuadras de lado, dos ms de las que tena en Ibatn como previsin a un posterior crecimiento demogrfico.
La traza urbana estaba medida y legislada punto por punto a partir del Acta de Fundacin. La ciudad se construy de la misma manera, con las mismas medidas y respetando las mismas posiciones que la vieja ciudad en Ibatn. Slo las cuadras centrales estaban densamente pobladas, y la ciudad no alcanz a ocupar toda esta dimensin hasta fines del siglo XVIII.
- Cada manzana se dividi en cuatro solares de prcticamente el mismo tamao.
- Stos se concedieron a los vecinos fundatorios y moradores en el mismo sitio que ocupaban en la traza anterior.
- Los restantes se reserv el Cabildo para repartirlos a diferentes personas prefiriendo a los benemritos Se destinaron los mismos lugares para los edificios pblicos, excepto el Cabildo que se situ al oeste en la nueva ciudad, mientras que estaba al este en la vieja,
Las Casas Capitulares, la Iglesia Matriz, pese al contenido simblico que debieran de haber tenido, eran humildes edificios que no se terminaron de construir del todo hasta principios del siglo XIX. Al Poniente de las calles de ronda estaban las tabladas, el lugar de las tropas y el ganado.
- El Norte y el Sur eran utilizados como lugar de cultivo, principalmente de hortalizas, cereales y citrus.
- Al Oriente estaba el ro, y para mantener el agua limpia se orden que se quiten y demuelan los ranchos por aquellas partes.
- En 1700, la ciudad era reducida en su poblacin y humilde en su composicin.los vecinos, pobres, faltos de servicios, no pueden muchos hacer una casa en la ciudad, la cual por recin mudada.
no es ms que chozas de paja. El Cabildo regulaba anualmente el comercio en la ciudad: determinaba los precios de los artculos y los sujetos que deben correr con las diez pulperas de quenta de la ciudad, Al parecer, la ciudad fsica se mantuvo mas o menos inalterada durante la primera mitad del siglo.